Darle de comer no puede convertirse en un problema familiar. No podemos obsesionarnos pensando que el niño come poco o que está mal alimentado porque es muy difícil que se dé esta situación con todas las opciones que tenemos a nuestro alcance. No existen casos documentados de niños que sufran desnutrición salvo casos excepcionales y debido a problemas asociados a temas económicos fundamentalmente. Los niños que se crían en ambientes sin este tipo de limitaciones no sufren alteraciones nutricionales.

Unos consejos sencillos pueden ayudarte a alcanzar tu objetivo y conseguir que no se convierta en un drama el momento de la comida:

-Cuando le des de comer, tómatelo con calma y no lo agobies (ni te agobies). No puedes enfrentarte a su comida con prisa o nerviosismo porque percibirá tu estado de ánimo y se le contagiará.

-Si cuando está comiendo no quiere más, no insistas, no es necesario embutirlo y puede causarle un rechazo absoluto. Es mejor parar que conseguir que lo coma todo y vomite a continuación. No lo hace a propósito, pero su organismo reacciona ante la situación y provoca la expulsión tras un atragantamiento, por ejemplo.

-Introduce lentamente nuevos sabores, no lo fuerces. Respeta su ritmo porque cada niño tiene el suyo. Es importante que vaya probando todos los alimentos de la pirámide nutricional en el momento indicado por el pediatra y de manera sucesiva.

-Intenta que coma con el resto de la familia para que aprenda y disfrute del momento. Seguro que es complicado, pero encontrarás la solución. Observar vuestro comportamiento le ayudará a comprender que lo normal es comer lo que tiene delante tal como hacéis los demás.

-Siéntalo adecuadamente, en una postura erguida para que pueda tragar mejor y no se atragante. Muchas veces supone un problema añadido porque una experiencia negativa en ese sentido incrementa su rechazo a la comida normal.

-No es necesario que le recompenses con la comida que les gusta más. No debería verla como un premio por haber cumplido con su deber.

Recurrir a la utilización de las múltiples pantallas que tenemos a nuestra disposición es un error. Los niños no deben asociar la comida a los dibujos, canciones, imágenes, etc. porque jamás conseguiremos que adquieran los hábitos adecuados. Sí puede resultar conveniente que lo vean como un premio al terminar la comida que hemos decidido darles, aunque seguro que encuentras una motivación mucho mejor para todos (leerle su cuento preferido o dejarle pintar un rato resultan sustitutos perfectos).

Consulta tus dudas y temores a su pediatra. Es el único que podrá determinar si tu impresión de que come poco y mal es acertada en función de los datos médicos que tiene a su disposición.