El colecho es una práctica que consiste en que los progenitores duerman con el bebé, o al menos la madre, desde el día de su nacimiento. Puede hacerse en una cama doble amplia, o bien utilizar una cuna de colecho, pegada a la cama de los padres.

Uno de los aspectos más debatidos entre pediatras, psicólogos y madres y padres es la conveniencia de que nuestros bebés duerman en su cunita, o bien con nosotros, y hasta cuándo deberían hacerlo.

Dentro de esta corriente, cada vez más habitual entre las nuevas generaciones, que es la crianza con apego o crianza respetuosa, una de las prácticas comunes es que los bebés duerman con sus padres sin poner un límite de edad, ya que el propio desarrollo de la niña o el niño marcará sus necesidades de independencia, dejando que sea la propia criatura la que decida cuándo quiere dormir en su propio cuarto. Y ese día llegará, seguro.

Beneficios emocionales

Según esta manera de criar, el hecho de dormir con sus papás hace que el bebé se sienta más seguro, tranquilo y protegido. Y de esta manera los despertares nocturnos son menos, y cuando despierta, en muchas ocasiones, el hecho de escuchar la respiración o el calor de sus padres hace que vuelva a dormir con más facilidad, incluso sin llegar a despertar a los mayores.

El colecho también resulta de mucha utilidad en el caso de madres que dan el pecho, porque no tienen que levantarse de la cama en las tomas nocturnas, ya que el bebé está en la misma cama o en una cuna de colecho (unidas y abiertas por un lateral a la cama de sus padres). Esto facilita que tanto la mamá como el bebé vuelvan a coger el sueño más rápidamente, algo esencial en los primeros meses de crianza.

Colecho seguro

Para realizar un colecho seguro, eso sí, han de tenerse en cuenta una serie de recomendaciones, como no compartir cama con los bebés en el caso de madres o padres fumadores, o no estar bajo los efectos del alcohol o de ninguna otra sustancia que provoque un sueño demasiado profundo, que no nos permita despertar en caso de que el bebé reclame nuestra atención.

Cuestiones de seguridad, como asegurarnos de que no exista ningún hueco entre la cama de los padres y la cuna de colecho, no usar edredones o mantas demasiado gruesos o pesados, y evitar las almohadas, también son importantes. Y quitarse los miedos, no vais a aplastar al bebé (una madre sabe que su sentido de alerta salta ante un ligero balbuceo o lloro), y dormiréis, todas y todos, mucho más tranquilos y felices. Al fin y al cabo, no hay nada más bonito que abrir los ojos por la mañana y ver la cara de la persona que más quieres.