Tomar el sol puede ser beneficioso pero también perjudicial, y es que igual de malo es pecar por exceso que por defecto. Una sobreexposición solar te puede pasar factura, aunque un nivel insuficiente puede derivar en una reducción en el nivel de vitamina D.

La clave es encontrar el equilibrio, el cual es sencillo de encontrar. Según aseguran los especialistas, basta con pasar unos 20 minutos al sol durante tres días a la semana. Si bien es cierto, en algunos casos ese tiempo no es suficiente para conseguir el nivel óptimo de vitamina D. Hablamos de personas que sufren obesidad o sobrepeso, casos que requieren suplementos de vitamina.

Exposiciones prolongadas que provocan daños en la piel

Cuando las exposiciones son prolongadas, necesitamos proteger adecuadamente nuestra piel. De otra manera, es posible sufrir daños que pueden abarcar una simple irritación o casos más severos como insolaciones, envejecimiento prematuro o incluso cáncer de piel.

De esa forma, es saludable tomar el sol todos los días, pero hacerlo durante unos minutos. Lo que no es aconsejable es exponernos durante horas y para colmo hacerlo en las horas de más alta radiación.

Los beneficios de una exposición al sol controlada

Toma nota de las razones por las que es conveniente tomar el sol en su justa medida. Estos son los beneficios que la vitamina D proporcionará a tu cuerpo y mente:

• Los rayos solares, fuente de vitamina D. Nuestra piel solo necesita cantidades mínimas de luz solar para mejorar su nivel de vitamina D, algo que favorece nuestros huesos y dientes.
• Mejora el estado de ánimo. La vitamina D activa la producción de serotonina, la sustancia asociada al bienestar personal, lo que influirá en nuestro estado de ánimo, reduciendo al mismo tiempo nuestro nivel de estrés, ansiedad y cansancio.
• Regula los ciclos de sueño, gracias al control que ejerce sobre la melatonina. El nivel de melatonina tiende a aumentar durante la noche, mientras que desciende durante el día, cuando hay luz, haciendo que estemos más activos y despiertos.
• Los niveles de colesterol disminuyen en verano. El sol metaboliza el colesterol e impide que llegue a las arterias.
• La piel luce más bella, principalmente cuando se padece psoriasis o acné. Lo mejor en estos casos es tomar el sol a primera hora de la mañana o ya avanzada la tarde, cuando no existe peligro de quemar la piel. ¡Y recuerda! Solo durante 20 o 30 minutos.
• Refuerza las defensas. El sol aumenta el número de linfocitos o glóbulos blancos de nuestro cuerpo. Ahora bien, igual que potencia nuestro sistema inmunológico, mejora la salud intestinal, elimina los patógenos propios del intestino, potencia la diversidad de bacterias para que exista equilibrio y protege contra la esclerosis múltiple.
• Aumenta el nivel de testosterona, responsable del apetito sexual, lo que significa que favorece la vida sexual.
• Reduce la presión sanguínea al dilatar los vasos sanguíneos y dejar que la circulación de la sangre fluya más fácilmente.