Revisiones médicas Las visitas al pediatra son muy frecuentes debido tanto a las revisiones rutinarias (en las que debes preguntar todas tus dudas) como a situaciones de alarma ante una enfermedad. Se acude al especialista porque el niño presenta síntomas (fiebre, diarrea, falta de apetito, ojos brillantes, mocos, tos, etc.) y ...
Las visitas al pediatra son muy frecuentes debido tanto a las revisiones rutinarias (en las que debes preguntar todas tus dudas) como a situaciones de alarma ante una enfermedad. Se acude al especialista porque el niño presenta síntomas (fiebre, diarrea, falta de apetito, ojos brillantes, mocos, tos, etc.) y el resultado suele ser, normalmente, el mismo: "es un virus". Las estadísticas refieren que, durante sus primeros seis años, los niños pueden verse atacados hasta por 300 virus diferentes. Debemos aparentar tranquilidad, porque incluso los más pequeños perciben nuestro nerviosismo y puede afectarles negativamente provocando el rechazo a todo lo que se relacione con la consulta. Tras el diagnóstico es imprescindible seguir las pautas del médico y no modificarlas porque "otras veces no lo he hecho así".
Su salud visual debe ser controlada, siendo fundamental la información suministrada por los padres y los profesores, quienes pueden detectar anomalías que deben consultar al pediatra. En esta etapa preescolar pueden presentarse ambliopía o estrabismo que son perceptibles y tratables en momentos iniciales.
Empieza a probar nuevos alimentos. Las pautas son muy claras y las proporciona el pediatra cuando acudes a las revisiones. Suelen indicar que:
Estos niños que "comen mal" se caracterizan, entre otros factores, porque siempre comen poca cantidad y variedad, muy lentamente, se despistan con cualquier cosa, no les interesa probar alimentos nuevos y no tienen hambre a la hora de las comidas.
Recurrir a las múltiples pantallas que abundan en cualquier hogar no es la mejor opción, pero se ha comprobado que funcionan y los niños acaban asociando el momento de comer con la visión de los dibujos que les gustan. Consulta a tu pediatra la conveniencia de su utilización.
A nivel higiénico, se recomienda continuar con las pautas habituales. Bañarle con los productos indicados (gel, champú, etc.) y dedicar el tiempo preciso a este momento placentero para todos. Lo normal es que lo disfruten con sus juguetes preferidos y se relajen para dormir mejor. Evita bañarlo si estás apurada porque no obtendrás ningún beneficio salvo el derivado de la higiene.