¿Qué es? Consiste en la administración local de fármacos (a nivel intrarticular o en tejidos blandos) para lograr un alivio de los síntomas que acompañan a la inflamación. Es una técnica sencilla que precisa poco material quirúrgico, resulta accesible, presenta pocas complicaciones, resultados clínicos visibles a corto plazo y pocos efectos ...
Consiste en la administración local de fármacos (a nivel intrarticular o en tejidos blandos) para lograr un alivio de los síntomas que acompañan a la inflamación. Es una técnica sencilla que precisa poco material quirúrgico, resulta accesible, presenta pocas complicaciones, resultados clínicos visibles a corto plazo y pocos efectos secundarios, siendo en ocasiones el tratamiento de elección. Se introduce un medicamento (mezcla de anestésico y esteroide) con una jeringa en una zona predeterminada, normalmente, pie, cadera, pelvis, rodilla, mano, dedo, codo y hombro.
Se utiliza en varias patologías: tendinitis de los tendones flexores de los dedos, síndromes miosfaciales, túnel carpiano o tarsiano, fascitis plantar, gangliones, epicondilitis, bursitis, lupus eritematoso, espondilitis anquilosante, diversas artritis, nódulos reumatoideos, etc.
En general, no alteran la evolución de la enfermedad de base: actúan como analgésicos y, aunque no son tratamientos curativos, proporcionan alivio en momentos álgidos. También están indicadas en patologías en las que no es posible aplicar otros procedimientos (imposibilidad de deglución del medicamento por vía oral) o se requiere una rápida recuperación funcional de la zona tratada (futbolistas que han de jugar un partido). La ventaja primordial es que el inoculado va directamente al punto de actuación, lo que evita los efectos secundarios de la administración por otras vías y aumenta la velocidad de acción.
Se inoculan sustancias diversas, principalmente corticoides, glucocorticoides y analgésicos, anestésicos (como la lidocaína) o suero salino. La función de los primeros, es clara y se relaciona con la reducción de la inflamación y el dolor localizado; de los segundos se cree vinculada con la ruptura de las adherencias tendinosas causantes del proceso. El fármaco más usado es un esteroide de depósito denominado acetónido de triamcinolona en dosis baja, mezclado con un anestésico (xilocaína, lidocaína, etc.) que reduce la sensación dolorosa. En la artrosis de rodilla se emplea ácido hialurónico.
El tratamiento debe ser realizado bajo prescripción médica y por personal especializado, aunque no es necesaria la hospitalización y puede practicarse en los centros de Atención Primaria. Además, tanto el número de infiltraciones como el tiempo que ha de transcurrir entre ellas serán pautados por el médico.
El mayor riesgo es la infección posterior a la infiltración; el médico debe tomar precauciones (uso de guantes y agujas estériles, limpieza de la zona con un antiséptico, etc.) y, en ocasiones, recomendar preventivamente un antibiótico. Otro problema es la rotura del tendón si se realiza un esfuerzo tras la infiltración, por lo que el reposo debe ser respetado.