La intolerancia a la lactosa es un problema cada vez más frecuente en la población mundial, que se presenta a cualquier edad. Los estudios señalan que existen varios factores que influyen en su aparición pero continúan apareciendo datos esclarecedores que permitirán su mejor diagnóstico y tratamiento.

Los síntomas más destacables serían: diarrea, flatulencia o dolor abdominal de aparición e intensidad relacionadas con la cantidad de lácteos consumida. De todo ello se deduce que se debe a la malabsorción de la lactosa, debido, probablemente a una alteración de la lactasa.

La lactasa es la enzima que desdobla la molécula de lactosa en los monosacáridos glucosa y galactosa que son absorbidos de manera natural. Quienes padecen este problema de intolerancia no tienen lactasa intestinal o su cantidad es insuficiente por lo que, al ingerir lactosa, ésta no se desdobla y no se absorbe. La lactosa que llega al colon es hidrolizada por la flora liberando productos (como ácidos grasos de cadena corta) y gases (como hidrógeno y metano) que provocan la aparición de diarrea con emisión de heces ácidas, flatulencia y dolor y cólico abdominal.

El diagnóstico debe realizarlo el médico pues los síntomas pueden confundirse con los de otras patologías y es necesario diferenciarlas correctamente. Acude a la consulta y plantea tu situación.

El tratamiento consiste, básicamente, en excluir de la dieta compuestos con lactosa, lo que plantea un problema dada la importancia que estos productos tienen para el mantenimiento de la salud ya que evitan la descalcificación ósea. Se han diseñado estrategias para evitarla:

1-consumir leche de origen vegetal suplementada con calcio y vitamina D. Suelen utilizarse leches de soja, arroz, almendra, etc.

2-reducir el consumo de lácteos y suplementar con calcio y vitamina D. Normalmente deben ser eliminados completamente, aunque algunos especialistas lo recomiendan de manera progresiva.

3-usar lácteos que contengan menor cantidad de lactosa. Cada vez son más los productos elaborados en los que se reduce o elimina totalmente la lactosa.

4-administrar probióticos para restaurar la actividad lactásica perdida o insuficiente.

La administración de probióticos constituye una opción muy aplicada en clínica porque, normalmente, utiliza el yogur que es el lácteo mejor tolerado por quienes padecen malabsorción.

El yogur contiene bacterias acido-lácticas probióticas especialmente Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus que contienen lactasa. Esta lactasa consigue hidrolizar la lactosa del propio yogur (por lo que su contenido en lactosa es bajo) y por otro liberar la lactasa en el interior del intestino (lo que facilita la digestión de la lactosa que pueda haber en la luz intestinal).

La eficacia y seguridad del efecto probiótico del consumo de yogur hace que éste se recomiende no solo en malabsorción primaria de lactosa sino también en otras situaciones en las que se produce un déficit secundario de lactasa como en una gastroenteritis infantil aguda.