Septiembre es quizá el mes más odiado del año. Que si vuelta al cole, de nuevo a la rutina, buenos propósitos, y, en defitinitva, toda la dinámica de la vida con responsabilidades. Para colmo, estamos en la antesala del otoño. Sin embargo, como todo, solo es cuestión de verle el ...
Septiembre es quizá el mes más odiado del año. Que si vuelta al cole, de nuevo a la rutina, buenos propósitos, y, en defitinitva, toda la dinámica de la vida con responsabilidades. Para colmo, estamos en la antesala del otoño. Sin embargo, como todo, solo es cuestión de verle el lado bueno. Porque sí, septiembre tiene mucho aún por ofrecer. E incluso puede ser la mejor opción para disfrutar de tus merecidas vacaciones.
1. Muchísima menos gente. La mayoría de los mortales eligen julio o agosto para descansar, así que en septiembre ya están de vuelta en sus obligaciones. Además, los niños empiezan el colegio. Sobre todo si te gusta pasar las vacaciones en lugares de playa, este mes tienes un lujo a tu alcance para ganar tranquilidad, evitar aglomeraciones y lo más importante este año, mantenerte alejado del riesgo de contagio del covid-19.
2. La temperatura ideal. España es un país maravilloso con infinitos lugares para visitar. Pero, sinceramente, visitar según qué sitios en verano (incluida la playa) puede resultar un infierno por las altísimas temperaturas en vez de un paraíso al que escaparse. Quizá sea mejor guarecerse debajo del aire acondicionado durante los meses más calurosos y quitarse de en medio en septiembre, cuando las temperaturas se suavizan aunque sigan siendo cálidas. Así da gusto tostarse al sol, hacer visitas culturales o cualquier plan que se te ocurra al aire libre para desconectar.
3. Es más barato. Este es un motivo de peso para demorar tus vacaciones hasta septiembre. Junio, julio y agosto son siempre los meses de mayor demanda y, por tanto, de los precios por las nubes en hoteles, transportes, hostelería y demás establecimientos relacionados con el turismo. Una vez que acaba la temporada alta el turismo desciende y empiezan a salir grandes ofertas para seguir atrayendo visitantes.
4. Te ahorras la depresión posvacacional. Aceptamos que trabajar mientras la mayoría está de vacaciones es un horror (aunque oye, más tranquilidad en la oficina). También que agosto puede llegar a hacerse interminable ¿Pero y lo bien que sienta decir adiós a la jornada laboral cuando todos vuelven? Ni agobios, ni angustia, ni pereza por volver a la rutina. Mientras todos sufren el síndrome posvacacional, tú desconectando y disfrutando.
5. El placer de improvisar. A excepción de este año raro, normalmente la temporada alta es sinónimo de overbooking en los lugares más turísticos, lo que requiere planificar las vacaciones con meses de antelación. Eso no está mal, claro. Lo malo es que ese tipo de turismo a veces no permite exprimir al máximo la experiencia. Al fin y al cabo, viajar e improvisar van de la mano. En aprender a disfrutar de lo inesperado y a adaptarse al factor sorpresa habita gran parte de su encanto.
Y si ya has disfrutado de tus vacaciones, no pasa nada. Seguro que cerca de casa tienes grandes opciones para pasar un fin de semana.
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