En el mundo hay tantos métodos de crianza como familias, si bien la educación va evolucionando a la par que la sociedad. Afortunadamente. En este contexto, cada vez son más los padres y los profesionales de la educación que apuestan por la disciplina positiva como una filosofía de vida. Por ...
En el mundo hay tantos métodos de crianza como familias, si bien la educación va evolucionando a la par que la sociedad. Afortunadamente. En este contexto, cada vez son más los padres y los profesionales de la educación que apuestan por la disciplina positiva como una filosofía de vida. Por si no conoces esta interesante metodología educativa, te explicamos algunas nociones.
A grandes rasgos, la disciplina positiva está diseñada para educar a los niños en base al respeto mutuo, el cariño y la comprensión. Esto favorece su desarrollo emocional y refuerza los vínculos afectivos con su entorno.
Pues bien, aunque esté de "moda", este método viene de bastante atrás, como explica la Asociación Disciplina Positiva España. Tiene sus orígenes en los años 20, concretamente en la obra de los psiquiatras Alfred Adler y Rudolf Dreikurs, quienes desarrollaron la teoría de la psicología individual. Por primera vez se presentó la educación como una acción colaborativa entre padres, profesores, psicopedagogos y demás profesionales de la educación.
Estos expertos fueron los primeros en defener un trato respetuoso a niños y adolescentes, aunque advirtieron en el peligro de caer en la permisividad y en la ausencia de límites. Por eso el lema es Firm & Kind, es decir, "firme y amable".
No obstante, hasta los años 80 no se sistematizó. Fueron las terapeutas Jane Nelsen y Lynn Lott las que le dieron impulso gracias al manual educativo para padres Positive Discipline, cuya difusión en Estados Unidos, América Latina y Europa ha sido muy importante desde entonces.
En España la primera promoción de certificados como facilitadores de Disciplina Positiva tiene lugar en septiembre de 2013. A día de hoy, por tanto, se ha demostrado de sobra los beneficios de esta manera de educar.
La clave de este modelo educativo es que intenta comprender por qué los niños y niñas se comportan de la manera en la que lo hacen. Apuesta por un término medio, ni control excesivo, ni permisividad. Así, se los puede reconducir de forma afectiva y positiva, pero a la vez, firme y respetuosa.
Por tanto, las relaciones familiares se basan en la comunicación, el amor, el entendimiento, la empatía, el respeto mutuo y la colaboración, y siempre con la intención de transmitir competencias básicas para la vida.
De forma muy resumida, Jane Nelsen en su libro Cómo educar con firmeza y cariño, expone cinco criterios a tener en cuenta a la hora de introducir la disciplina positiva en el día a día.
Ojo, que estas son solo algunas nociones. Educar en positivo requiere tiempo y paciencia. Acercarse a esta filosofía educativa es un trabajo a largo plazo. Eso sí, los padres que la han probado aseguran que merece la pena.
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