El verano ha sido el momento de la desconexión, en el que todo va a un ritmo más lento, sin horarios apenas estipulados, y en el que los caprichos alimenticios están más que permitidos. En él han dado cabida todo tipo de comilonas, tapeos, picoteos entre horas, pequeñas reuniones con ...
El verano ha sido el momento de la desconexión, en el que todo va a un ritmo más lento, sin horarios apenas estipulados, y en el que los caprichos alimenticios están más que permitidos. En él han dado cabida todo tipo de comilonas, tapeos, picoteos entre horas, pequeñas reuniones con familiares y amigos con comidas excesivas de por medio. Con la llegada del otoño, toca cambiar los hábitos por unos más saludables y depurativos para prepararnos para el invierno, recargándonos de energía, activando nuestras defensas, con vitaminas y nutrientes.
Atrás quedan los alimentos refrescantes y fríos, ahora es el momento de aquellos que nos aporten calor, que sean diuréticos y ricos en fibra. Por ejemplo, en tu despensa no pueden faltar los ajos ni las cebollas, ni tampoco vegetales como el brócoli, la coliflor, las espinacas o acelgas, frutas como la piña o la granada, así como también líquidos como el zumo de limón o las infusiones.
Lava bien las verduras, pélalas y pícalas en trozos pequeños. Una vez listas, añádelas a una olla. Echa agua hasta que cubra y añade el resto de ingredientes (el jengibre, la cúrcuma y el aceite de oliva). Añade sal al gusto. Cuando empiece a hervir, baja el fuego un poco y deja las verduras un poco más de tiempo, entre 20 y 25 minutos, para que se pongan tiernas. Después, retira del fuego y tritura la mezcla con ayuda de la batidora. Si quieres una textura suave, mejor apuesta por pasar las verduras por un chino. ¡Y listo para comer!
Lava cuidadosamente las verduras, pélalas y córtalas en trocitos. En una olla, añade todos los ingredientes y cúbrelos con agua. Tendrán que cocinarse durante 20 o 25 minutos hasta que estén jugosas. Puedes añadir un poco de sal, pero lo ideal sería que no añadieses sal. De ahí, la introducción de especias como la pimienta negra o la cayena en polvo (en caso de gustarte el picante).
Haz lo mismo que en las recetas anteriores, lavar bien las verduras, pelarlas y cortarlas en trocitos finos. Después, en una olla echa un chorrito de aceite de oliva y pocha a fuego lento la cebolla. A continuación, añade 1,5 litros de agua y una vez que esta comience a hervir, incorpora las verduras, la sal y la pimienta. Pero, tal y como ocurría en la sopa depurativa lo ideal sería que prescindieras de la sal. Déjalas durante 20-25 minutos haciéndose. Pasado ese tiempo, pincha con un tenedor para asegurarte de que las verduras están listas. Si lo deseas puedes batir el caldo o consumirlo así, eso según gustos.
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