Que levante la mano quien no se haya estresado alguna vez por ingerir más calorías de la cuenta. Todos somos culpables de haber caído en el error. ¿Cómo podía ser de otra forma? Si nuestra sociedad misma lo está. Dietas milagro, productos `light´ de todo tipo, y etc. etc. Que conste ...
Que levante la mano quien no se haya estresado alguna vez por ingerir más calorías de la cuenta. Todos somos culpables de haber caído en el error. ¿Cómo podía ser de otra forma? Si nuestra sociedad misma lo está. Dietas milagro, productos `light´ de todo tipo, y etc. etc.
Que conste que tener una idea aproximada de la cantidad de calorías que consumimos en un día puede ser algo bueno. Ahora bien, prestar atención a los tipos de alimentos que ingerimos es lo fundamental. Dale a tu cerebro un descanso y aprende a interiorizar que la comida no son calorías, son nutrientes.
Primero, porque no todas las calorías son iguales. Una caloría es simplemente una unidad de energía. Los alimentos altamente procesados requieren menos energía para descomponerse en nuestro cuerpo que los alimentos integrales. Nos proporcionan nutrientes inadecuados y no sacian como deberían. Un ejemplo muy sencillo: comer un paquete de galletas de 100 calorías es muy diferente al equivalente en espinacas. Mientras que la verdura te proporcionará energía y nutrientes para que funcione de manera óptima, las galletas solo te brindarán una pequeña explosión de energía, nutrientes insuficientes y más antojo de alimentos poco saludables.
Por tanto, matemáticas y alimentación saludable no se complementan entre sí. Aunque el conteo de calorías a menudo se considera una forma de hacer dieta, en realidad puede llevar a una restricción excesiva y una obsesión poco saludable con el peso y los números. Negarle a tu cuerpo la comida que necesita no te hace más fuerte ni aumenta tu fuerza de voluntad. Al contrario, seguramente te sentirás cansado y de mal humor.
Silenciar los antojos de tu cuerpo no solo te convierte en un cascarrabias, sino que puede ralentizar tu metabolismo. Esto se debe a que tu cuerpo se ve obligado a funcionar con una energía inadecuada.
Todo es cuestión de aprender a confiar en tu organismo. Sabemos que es más fácil decirlo que hacerlo, pero el cuerpo humano es bastante inteligente. Una vez que lo nutras adecuadamente, estabilizarás tus niveles de azúcar en sangre, reducirás los antojos de alimentos procesados y aprenderás a controlar la ansiedad. La alimentación intuitiva es un proceso, ten paciencia y los resultados te sorprenderán.
Además, en el camino hacia aprender a comer sano, es importante que te olvides de esa idea tan común de que la grasa es mala. Este nutriente tan temido es muy necesario. De hecho, son fundamentales para nuestro organismo. Es cuestión de diferenciar la grasa saturada, como la de las patatas fritas, de la grasa insaturada, presente en productos como el aceite de oliva, los aguacates, las nueces, etc. Su consumo te ayudará a reducir los niveles de colesterol malo y elevar el colesterol bueno; de esta forma podrás prevenir las enfermedades cardiovasculares. Igualmente, te ayudar a reducir la formación de placas en las arterias, te llenan de energía y facilitan la absorción y el procesamiento de los nutrientes.
Para acabar, un truco para controlar la ingesta de nutrientes: consume alimentos de una amplía variedad de colores. Frutas y verduras no solo pinta un bonito arcoíris en tu plato, sino que te aportarán la fibra, vitaminas, minerales, antioxidantes y nutrientes que necesitas.
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