La soledad emocional puede definirse como lo que surge de la carencia o pérdida de una relación íntima con otra persona. Esa sensación de vacío que nos invade cuando alguien muy importante para nosotros desaparece de nuestra vida por cualquier motivo. Y es algo muy presente en esta etapa de nuestra ...
La soledad emocional puede definirse como lo que surge de la carencia o pérdida de una relación íntima con otra persona. Esa sensación de vacío que nos invade cuando alguien muy importante para nosotros desaparece de nuestra vida por cualquier motivo.
Y es algo muy presente en esta etapa de nuestra vida, sea cual sea nuestra edad. Todos estamos padeciendo esa soledad que nos arrolla y genera un malestar interno que afecta a nuestro bienestar.
Los niños pequeños se han adaptado bien a la nueva situación pero echan de menos, especialmente, a sus queridos abuelos. Ahora no pueden visitarlos tanto como antes o han perdido su compañía cuando salen del colegio. Es importante comunicarles que siguen queriéndoles y que muy pronto recuperarán sus felices paseos y meriendas.
Los niños de mediana edad echan de menos jugar con sus amigos. Ya no pueden organizar partidos en el patio o acudir a ciertas competiciones deportivas donde se relacionaban con otras personas. Debemos transmitirles que, en poco tiempo, las cosas volverán a ser como antes.
Los adolescentes vagan agarrados a sus móviles añorando las salidas con el grupo o a sus queridas parejas. No ven ninguna salida a la situación y se van hundiendo en sus preocupaciones. Es necesario que comprendan que la solución está cerca y que podrán recuperar sus vidas si ahora siguen comportándose de la manera ejemplar que muchos tienen.
Los adultos jóvenes sienten que se han truncado sus expectativas y que el mercado laboral cada vez se complica más. Echan de menos a sus compañeros y colegas de estudios o trabajo, a sus parejas, a sus amigos, etc. Debemos transmitirles esperanza en un futuro mejor en el que la sociedad se recompondrá y ellos tendrán la vida que tanto desean.
Los adultos de mediana edad se ven desbordados por todos los problemas que les rodean y echan de menos el poder compartirlos con sus amigos y familia. Son capaces de racionalizarlo pero, en ocasiones, se desesperan y creen que la solución no llega. Es importante que entiendan que la situación irá mejorando y podrán alcanzar sus objetivos.
Los ancianos se sienten muy solos. Echan de menos a su familia, a sus amigos, a los compañeros de la partida o a las "niñas de la clase de Pilates". Su mundo se ha desmoronado y la soledad les afecta en una importante medida. No poder relacionarse con los demás les acarrea numerosas complicaciones. Es preciso transmitirles tranquilidad y animarles a mantener una vida lo más activa posible.
En todos los casos, la soledad se ha convertido en un enemigo potente y silencioso que está mermando las fuerzas de todos. Y, cuando las escasas relaciones que podemos mantener no son de buena calidad como ha sucedido con esa joven desahuciada de su propia casa, afloran numerosas patologías que deben ser tratadas adecuadamente por el médico.
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