La cultura japonesa, tan atrayente y deslumbrante a la vez, aúna conceptos que tienen que ver con el deber, el honor y la obligación. Y otros tan hermosos como la definición de lo que esperas de la vida. El ejemplo lo tenemos en la prefectura de Okinawa, la más lejana ...
La cultura japonesa, tan atrayente y deslumbrante a la vez, aúna conceptos que tienen que ver con el deber, el honor y la obligación. Y otros tan hermosos como la definición de lo que esperas de la vida. El ejemplo lo tenemos en la prefectura de Okinawa, la más lejana de Japón, compuesta por cerca de 160 pequeñas islas y que tiene una historia y una cultura diferente a la del resto del país nipón. Pues en esta cultura, el ikigai se concibe como "la razón para levantarse por la mañana y disfrutar de la vida".
En nuestra sociedad occidental no contamos con un concepto como este, ni siquiera tenemos una traducción literal del término. Pero podríamos definirlo como "nuestro propósito en la vida". Algo que no es difícil de encontrar si utilizamos las herramientas adecuadas para ello y dejamos de ponernos trabas y hacer que las cosas se compliquen. Sobre todo, cuando tomamos decisiones erróneas y damos vueltas y vueltas a lo mismo. El ikigai viene a enseñarnos cómo disfrutar de la cotidianeidad, de lo espontáneo, de lo que nos hace sonreír. Y no tiene nada que ver con el trabajo, sino con las cosas sencillas de la vida.
Para conseguir esas acciones que te lleven a lograr tu ikigai es importante conocerte a ti misma, con honestidad, y saber qué quieres mejorar, qué necesitas cambiar y qué quieres conservar. Ser lo que quieres ser, con pensamientos coherentes, te permitirán avanzar en tu desarrollo personal.
El ikigai se basa en cuatro conceptos fundamentales que tienen que ver con las siguientes preguntas:
- ¿En qué eres buena?
- ¿Qué es lo que te encanta hacer?
- ¿Qué necesita el mundo?
- ¿Qué puedes hacer para que te paguen por ello?
Es la combinación de estos cuatro factores lo que permite encontrar el sentido de la vida, más allá del dinero, el trabajo o el talento de cada persona, ya que el ikigai surge en el centro de todo ello y se organiza gracias al equilibrio de esas cuatro partes.
Un camino, el de nuestro propósito en la vida, que se aborda por medio de una profunda auto-investigación. Como decíamos unas líneas más arriba, es necesario conocerse bien a sí misma, ahondar en nuestro yo interno, en lo que queremos y necesitamos, desde un punto de vista intuitivo. Y tomarnos el tiempo necesario para ello, sin prisas.
Debemos aprender a aburrirnos, a perder el tiempo, a no hacer nada, a aceptar que las cosas llevan su curso, aceptar la lentitud en este mundo de luchar contra el reloj. ¿Preparada para descubrir tu ikigai?