El agua forma parte de nuestro cuerpo; en realidad, es la parte primordial del mismo, pues ocupa un enorme volumen y permite que se realicen todas las funciones necesarias para nuestro perfecto desarrollo. Las reacciones químicas del metabolismo se realizan, generalmente, en medio acuoso, por lo que su aporte es fundamental.

La importancia de este tema es tan grande que los farmacéuticos han lanzado una campaña sanitaria de gran difusión y alcance nacional, en la que daban cinco claves para la hidratación. Podríamos resumirlas en:

- La sed es una señal, pero no debes esperar a sentirla. Bebe antes de percibirla y acostúmbrate a hacerlo.

- Consume entre 2 y 2.5 litros de líquidos al día. El aporte viene de los alimentos, frutas, verduras, infusiones, agua, etc. Y olvídate de la idea de no beber durante las comidas porque no es necesario y perjudica tu digestión.

- Ciertas situaciones pueden causar deshidratación. El calor, las diarreas, los vómitos, etc. implican una pérdida de agua que debe ser repuesta adecuadamente. Si notas que orinas menos, tienes sed, las mucosas se secan, etc. es recomendable ingerir bebidas con minerales y azúcar para mejorar tu estado. Si te sientes mal, acude a tu médico.

- Si haces ejercicio estás eliminando agua con el sudor. Se recomienda beber antes, durante y después de su práctica para evitar que tu cuerpo se deshidrate.

- Algunas dietas para reducir el peso o por cualquier motivo de salud pueden reducir la cantidad de agua de tu organismo, por lo que se recomienda que ingieras una cantidad suficiente de líquido que permita el equilibrio en tu organismo. Puedes consumir caldos vegetales o infusiones para recuperar la pérdida.

Estos puntos son imprescindibles, pero no únicos. Ciertas situaciones hacen necesario recordar la importancia del consumo de líquidos. El embarazo, los niños, los ancianos, etc. son grupos de riesgo que pueden sufrir la deshidratación sin darse cuenta. Los que están a su lado deben estar pendientes de sus hábitos y “obligarlos” a beber aunque no tengan ganas.

Una manera estupenda de mantener el equilibrio hídrico puede ser el consumo de zumos naturales preparados en una licuadora. Puedes mezclar tus frutas preferidas y así obtendrás los beneficios de las vitaminas y minerales que contienen. Las más indicadas serían: albaricoque, arándano, naranja, melocotón, piña, frambuesa, ciruela, melón y sandía. Si te atreves puedes añadir vegetales como apio, pepino, lechuga, tomate, calabacín, brécol, coliflor, espinaca, etc. (con un alto contenido en agua) a ese zumo o preparar con ellos un delicioso caldo que puedes consumir caliente o frío.

Otros alimentos en los que quizás no hayas pensado también contienen agua. Podemos destacar: leche, merluza, huevo o gelatina que resultan también muy hidratantes y ricos en proteínas. Como ves, hay muchas posibilidades y puedes elegir la que más te guste. Sea la que sea, lo importante es que te cuides y conserves los niveles de hidratación adecuados para que tu cuerpo mantenga todas sus funciones vitales.