Desde que en 1984 se realizara la primera prueba de triatlón en España hasta la fecha, la afición por este deporte ha crecido de forma espectacular. A finales de los años 80 apenas había un centenar de federados que podían disputar un número muy limitado de carreras en el territorio nacional. Hoy día, son cada vez más numerosas las pruebas de todo tipo, desde Sprint hasta Ironman, entre las que los más de 20.000 federados pueden elegir.

Si hace quince años era raro conocer a alguien que practicara este deporte, en la actualidad proliferan clubs y grupos de amigos que, cada fin de semana, tiñen el mar de negro con sus neoprenos, dan un toque de color a las calles con sus mallas de running e inundan nuestras carreteras de llamativas serpientes multicolor.

Sin embargo, si eres neófito en la materia y  tu motivación para unirte a los adeptos a este exigente deporte es que está de moda, tengo una mala noticia para ti: vas a durar muy poco.

Y no porque la creciente fiebre por el triatlón sea algo pasajero, de hecho, creo que ha venido para quedarse. El problema, bendición para algunos, es que el compromiso que esta “moda” requiere va mucho más allá de las directrices marcadas por un deportista, un actor o una revista. No se trata de un sombrero que te puedas quitar o poner en función de si luce o no el sol, de los zapatos que lleves o de tu estado de ánimo. No se trata de aprovechar tus desplazamientos en tren para escuchar al transgresor grupo del que todos tus amigos hablan. No se trata de ver la serie de turno apalancado en el sofá ni de acercarte al restaurante más cool de la ciudad para comer un plato exótico a precio de oro. Se trata de algo que va contigo, de robarle horas al sueño, de alargar los días, de apagar al tele, de tener claro que tu única excusa para no salir a correr es que tienes que ir a nadar y tu única excusa para no ir a nadar es que tienes que salir con la bici.

No tires la toalla

Si te cansas de tanto esfuerzo encontrarás cualquier excusa para dejarlo, tal vez la tan socorrida “no tengo tiempo” o, si eres más imaginativo, la pomposa “tengo una lesión crónica en el ligamento cruzado”. Después te pasarás durante unas semanas al running, luego te conformarás con dar un paseo por la montaña los domingos, te apuntarás a un gimnasio para acabar usando sólo la sauna y terminarás comprando una bici estática que seguramente acabará convirtiéndose en la silla para la ropa de planchar más cara que nunca has tenido.

En cambio, si eres neófito en la materia y tu motivación es sentir este deporte, tengo una buena noticia para ti: harás lo que te propongas. Y cuando digo lo que te propongas no me refiero tan solo al ámbito deportivo. Puede que encuentres una filosofía de vida que te ayude a alcanzar tus metas, puede que entiendas que el sacrificio, el trabajo, el esfuerzo y la disciplina son la base de todo. Puede que termines carreras que jamás pensaste que serías capaz de comenzar y que alcances sueños a los que habías renunciado. Ahora decide, ¿quieres que el triatlón sea tu banda sonora para esta primavera o que sea tu filosofía para esta vida?