Dentro del concepto de autocontrol, en la relación entre la mente y el cuerpo destacarían tres aspectos diferentes: la capacidad de resistir las tentaciones, la capacidad de hacer lo que hay que hacer y la conciencia de los objetivos a largo plazo. En la formación y control de la voluntad intervienen ...
Dentro del concepto de autocontrol, en la relación entre la mente y el cuerpo destacarían tres aspectos diferentes: la capacidad de resistir las tentaciones, la capacidad de hacer lo que hay que hacer y la conciencia de los objetivos a largo plazo.
En la formación y control de la voluntad intervienen mecanismos fisiológicos y psicológicos entre los que destacarían:
1. Mecanismos de carácter fisiológico
La voluntad es un fenómeno mental que surge como resultado de un conjunto de procesos biológicos subyacentes relacionados con la estructura orgánica cerebral y su funcionamiento (condicionada por la genética y los factores epigenéticos).
La estructura cerebral que interviene en la toma de decisiones está centrada en la corteza prefrontal (que tiene funciones cognitivas) y en el sistema límbico (que se encarga de los aspectos emocionales que influyen en los procesos volitivos).
La función de control depende de la comunicación entre ambas: a mayor intensidad de las conexiones neuronales desde la corteza prefrontal hacia el sistema límbico, mayor control de sus acciones tendrá la persona porque predomina la actividad racional.
En la corteza prefrontal se localizan sistemas a través de los cuales la emoción contribuye a la elección y toma de decisiones. Es una función de regulación de la conducta por la información afectiva, pues vincula las alternativas de acción a reacciones corporales (frecuencia cardíaca y sudor) según se perciban como agradables o desagradables.
La probabilidad de una respuesta dependerá, en cierto grado, de la intensidad de la fuerza que imprime la emoción asociada al suceso en cuestión, que impulsará la decisión hacia aquellas conductas que no perturben nuestra estabilidad emocional.
En caso contrario se producirán sentimientos de culpa, irritación, vergüenza o frustración. Así, la exposición a un estímulo cargado de emociones puede anular nuestro sistema cognitivo racional y llevarnos a cometer acciones impulsivas.
De todas maneras, la voluntad no está determinada por los genes ni por los procesos biológicos, depende de otros fenómenos mentales como la percepción, emoción, actitud o motivación.
2. De carácter psicológico
La voluntad precisa de un estado mental de autoconciencia, en el que la persona tiene la conciencia de sí mismo, de que es ella quien está pensando y lo está haciendo aquí y ahora. Aunque son muy comunes las situaciones en las que no somos conscientes de los factores reales que influyen en nuestras decisiones, existen.
La autoconciencia es esencial para focalizar la atención, analizar la información y tomar una decisión. En las situaciones en las que no predomina (como los procesos cognitivos automáticos o los estados bajo la influencia de estupefacientes) la voluntad desaparece y perdemos el control de nuestros actos.
Es posible aprender a tener autocontrol si somos capaces de analizar nuestros errores y comprender por qué cedemos a una tentación o dejamos para mañana lo que queremos hacer hoy. Consulta a un psicólogo si no eres capaz de controlarte y consideras que necesitas ayuda para hacerlo.
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