Si te planteas un viaje a Dinamarca, cuando la pandemia te lo permita, no olvides añadir a la lista de cosas qué ver algunos de los hermosos castillos que se encuentran esparcidos por todo su territorio. Por supuesto, dedica un día a recorrer las calles de Copenhague. Pero más allá ...
Si te planteas un viaje a Dinamarca, cuando la pandemia te lo permita, no olvides añadir a la lista de cosas qué ver algunos de los hermosos castillos que se encuentran esparcidos por todo su territorio. Por supuesto, dedica un día a recorrer las calles de Copenhague. Pero más allá de conocer a su personaje más ilustre, La Sirenita, dejarse caer por Christiania o disfrutar de una velada mágica en el ParqueTívoli, lo mejor es salir de la ciudad y visitar alguno de sus muchos castillos.
Un imprescindible es, sin duda, el Castillo de Kronborg. Durante años, su posición estratégica fue un gran negocio, ya que cobraba peaje a todos los barcos que pasaban el estrecho de Orensund a cambio de protección. Buena muestra de ello son la batería de cañones que aún hoy apuntan hacia lo que se considera la puerta de entrada al Mar Báltico.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2000, más allá de su innegable belleza, su fama le viene porque encandiló al mismísimo escritor inglés William Shakespeare. Tanto, que se inspiró en él para crear el castillo donde uno de sus personajes más míticos, Hamlet, decía aquello de "ser o no ser, esa es la cuestión".
A pocas estaciones de tren del Castillos de Kronborg, se encuentra uno de los castillos más grandes y bellos de Dinamarca. Elevado sobre tres islotes del lago de Slotsso, el Castillo de Frederiksborg alberga en su interior el Museo de Historia Nacional. Si eres un apasionado del arte, no debes dejar de visitar su interior y recorrer sus ornamentados salones.
Sin embargo, si no tienes mucho tiempo, lo mejor es echarle un vistazo al exterior y sus majestuosos jardines. Valen la pena. A la entrada, una impresionante fuente de Neptuno te dará la bienvenida. Más allá de sus lindes, se encuentran unos preciosos jardines, de estilo barroco e inspiración inglesa. La vista del castillo desde cualquier punto de este frondoso jardín, repleto de sinuosos caminos, lagos, canales e incluso una pequeña cascada, es impresionante.
Si no te apetece salir de la ciudad, en Copenhague también encontrarás un encantador castillo. Se trata del Castillo de Rosenborg. Una edificación que nació como una construcción humilde para que el rey Christian IV pasara sus días de verano, y acabó convirtiéndose en la residencia predilecta del monarca. No sin razón.
Rodeado de hermosos jardines que hacen las delicias de los daneses los fines de semana, su arquitectura destaca por sus altas torres de arenisca roja de estilo renacentista holandés. Un estilo muy presente en el país, ya que, inspirados en los castillos de Francia, tanto Frederick II como Christian IV apostaron por diseñadores flamencos y holandeses para construir magníficos palacios renacentistas a lo largo del país.
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