La bolsa en la que ha vivido el feto durante los nueve meses se rompe dejando libre el líquido amniótico, lo que se conoce como "romper aguas". En el momento en que se note, se debe conservar la calma, recoger las cosas e ir al hospital lo más pronto posible, ...
La bolsa en la que ha vivido el feto durante los nueve meses se rompe dejando libre el líquido amniótico, lo que se conoce como "romper aguas". En el momento en que se note, se debe conservar la calma, recoger las cosas e ir al hospital lo más pronto posible, ya que el mecanismo del parto se ha puesto en marcha.
No duele y seguramente notarás un hilillo de líquido que recorre las piernas, no lo confundas con un escape de orina. Puedes diferenciarlo de una pérdida de orina porque la salida de líquido es constante y con los movimientos que realizas se acentúa. De todas maneras, en otras ocasiones, las mujeres sienten que el líquido sale a chorros.
La rotura de la bolsa tiene lugar al final del embarazo, ya que el tamaño del bebé es mucho mayor y se ha desplazado hacia la parte más baja de la pelvis. La bolsa se puede romper de manera espontánea; es decir, sin manipulación obstétrica. Suele ocurrir antes o después del ingreso en la maternidad.
Por otro lado, puede haber una rotura de bolsa artificial o amniotomía, que está realizada por el personal sanitario. La llevan a cabo cuando el proceso del parto ya está en marcha. Y es que, en ocasiones, puede empezar a dilatar y tener contracciones sin que se produzca la rotura de la bolsa. Serán, por lo tanto, el ginecólogo o la matrona los encargados de romperla mediante un tacto vaginal y una lanceta.
Después de romper aguas, puedes empezar a notar las contracciones de forma más intensa y dolorosa. Pero esto es una buena señal: la cabeza del bebé empuja para salir, lo que significa que ya queda menos.