El rabo de toro tiene su origen en la época romana, existiendo referencias a él en el libro De re coquinaria de Marcus Gavius Apicius. La receta más popular hoy en día de rabo de toro data de la Córdoba del S.XVI, la cual procedía de los rabos de los ...
El rabo de toro tiene su origen en la época romana, existiendo referencias a él en el libro De re coquinaria de Marcus Gavius Apicius. La receta más popular hoy en día de rabo de toro data de la Córdoba del S.XVI, la cual procedía de los rabos de los toros bravos tras las corridas.
Más allá de su sabor, esta tradicional receta está llena de beneficios y propiedades. Contiene vitaminas del grupo B, las grandes responsables del buen funcionamiento del metabolismo, ya que lo mantienen activo y ayudan a obtener energía de manera más rápida. Además, también tienen un alto contenido en colágeno. El rabo de toro es una carne muy gelatinosa, que aporta al cuerpo alto contenido en colágeno. El colágeno ayuda a detener el desgaste de los tejidos y de las articulaciones, a la vez que estimula la producción de nuevas células cartilaginosas para compensar los tejidos dañados.
No es todo. Aporta fósforo, hierro y calcio. El rabo de toro contiene todos estos minerales. Por un lado, el fósforo ayuda a mantener los huesos y músculos fuertes y sanos; el hierro aporta al cuerpo hemoglobina y mioglobina, las proteínas necesarias para transportar el oxígeno; y el calcio, por su parte, está presente en dientes y huesos, a la vez que contribuye a mantenerlos sanos. También es necesario para la coagulación de la sangre y ayuda en la transmisión de los impulsos nerviosos.
Existen múltiples maneras de cocinar rabo de toro. La receta más popular es a la cordobesa, aunque también se puede cocinar acompañado de zanahoria, patatas, puré de patatas, en forma de tartar, etc. Y como curiosidad final: en países de América Latina como Colombia y Venezuela se emplea el rabo de toro en la elaboración del Sancocho, una sopa a base de carnes, verduras y condimentos.