La castaña se considera originaria de Asia Menor y fueron los romanos quienes la expandieron por Europa. Se ha utilizado como alimento básico en diferentes momentos de la historia, aunque ha sufrido altibajos. Actualmente existen muchos cultivos en diferentes lugares del mundo. En España se cultiva la Castanea sativa. La castaña ...
La castaña se considera originaria de Asia Menor y fueron los romanos quienes la expandieron por Europa. Se ha utilizado como alimento básico en diferentes momentos de la historia, aunque ha sufrido altibajos. Actualmente existen muchos cultivos en diferentes lugares del mundo. En España se cultiva la Castanea sativa.
La castaña se considera un fruto seco, pero su composición nutricional es similar a la de los cereales. Presenta hidratos de carbono que aumentan el nivel de glucosa en la sangre de forma lenta y sostenida, inulina (una fibra de efecto prebiótico), arginina (un aminoácido fundamental), vitaminas (C, A y E) y minerales (manganeso, potasio, fósforo y cobre).
A pesar de su riqueza en vitamina C, al cocerlas o asarlas se produce una pérdida de entre el 30 y el 40% de su concentración. No te preocupes porque 100 gramos de castañas cocinadas aportan un 25% de las necesidades diarias recomendadas.
Las castañas resultan indigestas y producen gases a algunos consumidores. Para reducir este problema se recomienda no comerlas verdes, muy frescas o recién caídas del árbol, siendo preciso dejarlas unos días en un lugar fresco, antes de comerlas.
Para mejorar su digestibilidad sería recomendable: evitar comerlas crudas, cocerlas con anís, hinojo, cúrcuma o jengibre fresco, no beber con ellas demasiada agua y masticarlas bien antes de tragarlas para que la saliva ayude a su digestión.
Cuando vayas a comprar castañas, elige las de aspecto sano, con la piel tersa y sin manchas ni agujeros y que resulten firmes al tacto. Se recomienda conservarlas en un lugar seco y ventilado, sin cubrirlas con plástico. Lo más adecuado es utilizar una cesta, un saco o una sencilla tela.
En su elaboración admiten casi todas las técnicas culinarias. Puedes cocerlas en olla o microondas, asarlas en el horno o elaborar harina útil para preparar tartas, bizcochos o lo que tú prefieras.
Puedes encontrarlas en diferentes puntos de venta. Se presentan frescas, peladas y cocidas al natural en lata, secas (que debes poner en remojo antes de utilizarlas), al vacío, en almíbar y congeladas. También encontrarás numerosos productos elaborados con ellas: marrón glacé, mermelada y puré, por ejemplo.
No renuncies a ir tú misma a recogerlas. Organiza una excursión a una zona en la que esté permitida su recolección y disfruta del paseo por el bosque. Ten cuidado cuando intentes extraerlas para evitar accidentes imprevistos.
No confundas las castañas comestibles con las que no lo son. Existe una especie, el castaño de indias o falso castaño cuyas castañas no deben comerse. Se utiliza en forma de pomada por vía externa para tratar problemas circulatorios como las varices o las hemorroides.
Resultan muy interesantes para los niños y los deportistas, por ejemplo, debido a su aporte de hidratos de carbono complejos. También en dietas de control de peso, pues su efecto saciante reduce la necesidad de picar entre horas.