Desde tiempos ancestrales, los Xerente, tribu indígena del estado de Tocantins (norte de Brasil), elaboran todo tipo de adornos y objetos con Capim Dourado. El desierto de Jalapão es el único lugar del mundo donde crece esta hierba silvestre, de flor blanca y tallo dorado y brillante. Un tallo del que se extrae un hilo resistente y fácil de trenzar. Con él se crean joyas originales que, en ocasiones, se combinan con minerales y piedras semipreciosas.

El Capim Dourado, u oro vegetal como lo conocemos aquí, se recoge a mano de septiembre a noviembre. Una tarea que se les encarga, únicamente, a artesanos autorizados. Dado que se la considera Patrimonio de la Humanidad, porque no existe otra especie similar, su recolección está muy regulada. El trenzado del Capim Dourado se transmite de generación en generación. La mayoría de la población jalapoeira trabaja en su recolección, o directamente en la elaboración de piezas acabadas.

"El Capim Dourado se cosecha a mano y no se puede exportar la planta en bruto. De Brasil solo puede salir el hilo trenzado, en piezas preelaboradas o como artículo acabado", explica Soraya. Junto a su pareja Andrés, y en colaboración con una familia jalapoeira, se encarga de diseñar y ensamblar las piezas de joyería que comercializarán bajo la marca Oro Vegetal de León. "Es posible que la cambiemos. No somos una cooperativa, ni una sociedad al uso. Solo dos familias que colaboran juntas", añade.

Cómo se trabaja el Capim Dourado

El proceso comienza con un diseño de esa pieza -pendientes, collares, brazaletes, pulseras, etc- que Soraya encarga a Guillermo y su familia. Aun así, algunas piezas ya llegan preelaboradas. "Hay formas bastante repetitivas en el trenzado del Capim Dourado. La mayoría de los diseños son circulares. Los ángulos son más difíciles de trabajar", añade Soraya.

El hilo, trenzado y cosido, se puede trabajar de dos formas. Por un lado, se puede combinar con piedras semipreciosas o fornituras. Por otro lado, se pueden trenzar hilos distintos para hacer un diseño en cuadrante. "Nuestras piedras favoritas son los cuarzos -rosa, blanco, etc.-, las ágatas -azul, rojo fuego y verde-, el ónix, el citrino y el lapizlázuli. A veces, hacemos diseños puntuales. Este verano, Andrés hizo algunos colgantes con robocosita, una piedra muy potente a nivel energético. Sin embargo, no somos expertos en minerales. Nos basamos más bien en criterios estéticos", aclara.

Colgantes bio en solo una hora

El tiempo de elaboración de una joya depende de muchos factores. Por ejemplo, si el hilo lo trenza alguien con años de experiencia, se tarda menos. También depende mucho de la pieza a diseñar. Para hacernos una idea, se puede tardar una hora en hacer un colgante sencillo. Por el contrario, si se aplica una piedra, el proceso puede variar entre una y dos horas. "No es una cuestión de tiempo. Hoy en día, no siempre se valora el trabajo que hay detrás de artesanías como estas", lamenta.

Los precios varían entre los 10 euros de algunos pendientes y los 90 de los bolsos de mano, cuadrados o rectangulares, que se pueden hacer en dos días. Se caracterizan por su trenzado elaborado y sus acabados, además de estar forrados por dentro. Ideales para darle un toque adlib a tu vestuario.