¿Habías escuchado alguna vez lo que significa formar parte del movimiento Slow? Pues verás, se trata de una corriente cultural que conlleva una vida mucho más relajada y calmada. Vivimos con un nivel de estrés y ansiedad que perjudica nuestra salud y la idea de este movimiento filosófico es aunar ...
¿Habías escuchado alguna vez lo que significa formar parte del movimiento Slow? Pues verás, se trata de una corriente cultural que conlleva una vida mucho más relajada y calmada. Vivimos con un nivel de estrés y ansiedad que perjudica nuestra salud y la idea de este movimiento filosófico es aunar actividades de desarrollo personal y el uso de cierta tecnología que nos facilite las cosas y nos permita disponer de más tiempo para nosotros.
Lo que hace es fomentar la vida saludable, un movimiento que apuesta por la pluralidad y la transversalidad, cuyo portavoz es Carl Honoré, periodista canadiense y autor del libro el Movimiento lento.
La Revolución Industrial fue un no parar y a partir de ahí nuestra vida se transformó impulsada por la aceleración. Lo importante era la rapidez y hacer más cosas cada vez, algo que nos cambió la vida para siempre. Por suerte, muchas personas han podido detenerse a pensar y a razonar que no se es más feliz por trabajar mucho, realizar muchas actividades o por no parar de viajar.
Las pequeñas cosas que forman parte del día a día también merecen la pena ser disfrutadas y nos hemos olvidado de hacerlo. Tal vez tomar un café con un buen amigo o saborear nuestra comida favorita con detenimiento. En realidad, no nos hacen falta tantas cosas como imaginamos para ser felices.
Ser conscientes de la "tiranía del tiempo" es un paso hacia delante. La velocidad tiene sus beneficios, Carl Honoré es consciente de ello, pero a veces debemos luchar contra la rapidez, contra la satisfacción tan inmediata como efímera, que además suele ir contraria al medio ambiente.
Cambiar el ritmo frenético de nuestros días en pro de la filosofía de la lentitud es algo que está captando la atención de muchas personas, cada vez más. El ejercicio lento, el sexo lento o incluso el slow traves, un movimiento para viajar tranquilos y disfrutar del camino, la cultura, la comida o la gente conocida en cada lugar de destino.
Lo más curioso de todo es que el libro de Honoré no es algo nuevo, sino que se publicó hace más de una década, aunque parece que ahora está calando más en la mente humana que antes.
Parece ser que todo empezó con el Slow Food, una tendencia que solicitaba calma como respuesta al establecimiento de comida rápida abierto por primera vez en Italia. Este movimiento se encuentra en 160 países y cuenta con miles y miles de asociados.
Su objetivo es fomentar la gastronomía sostenible y tradicional de cada territorio, y abogar por el placer simple de comer alimentos sanos, obtenidos a partir de un compromiso ecológico y ético donde tienen cabida el planeta, la biodiversidad y los productores.
Sin ir más lejos, desde 2005 tiene lugar el Convivium Slow Food Barcelona Vázquez Montalbán. Se trata de una asociación sin ánimo de lucro que pretende defender estos valores y buscar respuesta en los habitantes de Barcelona, así como en las compañías asociadas a la producción de comida.
También podemos nombrar el llamado Cittaslow (ciudades lentas), un movimiento originado en Italia que trata de respetar el entorno y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, abogando por la diversidad cultural.
El SlowShop Lleida, por su parte, es una asociación de comercios cuyo objetivo es fomentar la sostenibilidad económica a través del comercio de proximidad, creando nexos de unión entre las comunidades y los comercios.
Lo cierto es que la pandemia del coronavirus ha significado un antes y un después en nuestras vidas. Las personas no han tenido más remedio que mirar más allá y cambiar la concepción que tenían de sí mismos y de los demás. Es la ocasión para reflexionar y pensar en la relación que queremos tener los unos con los otros y la forma de llevar nuestras vidas, reduciendo el ritmo y aprendiendo a ser felices con poco.