4 pinturas de paisajes famosos imprescindibles (Parte II)

Estefanía Grijota

Continuamos con las pinturas de paisajes, un género artístico que comenzó a popularizarse a a partir del S. XIX donde la naturaleza era fuente constante de inspiración par ala experimentación de la luz, el color y las nuevas formas en la pintura, la cual consiguió un enorme desarrollo desde entonces.

07/08/2022

Estos otros 6 lienzos se encuentran entre las mejores pinturas de la historia del arte. Seleccionamos en esta segunda parte hasta otras 4 pinturas de paisajes famosos que debes conocer ¡y vuelve a cambiar de escenario por un momento! 7. André Derain: paisaje colorido Al igual que Sainte-Victoire, L´Estaque es también una famosa ...

Estos otros 6 lienzos se encuentran entre las mejores pinturas de la historia del arte.

Seleccionamos en esta segunda parte hasta otras 4 pinturas de paisajes famosos que debes conocer ¡y vuelve a cambiar de escenario por un momento!

7. André Derain: paisaje colorido

Al igual que Sainte-Victoire, L´Estaque es también una famosa fuente de inspiración para artistas, especialmente para el famoso pintor fauvista André Derain. L´Estaque se convirtió en un lugar simbólico para los artistas de este movimiento. Se inspiraron en los colores vivos y brillantes del sur de Francia. Aquí descansa el pintor, junto a Georges Braque, Henri Matisse y Raoul Duffy, también inspirado por la particular luminosidad de esta zona geográfica.

Rechazando el naturalismo, André Derain ofrece una nueva realidad donde el color prima sobre el dibujo. Su investigación cromática lo llevó a pintar obras salpicadas de matices rojos, amarillos, naranjas y, en ocasiones, azules. Usando colores cálidos y fríos, la composición está equilibrada por expertos. La representación representa una escena de pueblo, formada por árboles, casas y varias figuras pequeñas. El pintor facilitó cuidadosamente la lectura de la imagen al enfatizar los contornos de los diversos elementos de la composición.

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8. Douanier Rousseau: paisaje de ensueño

Henri Rousseau, El sueño (1910). A finales del siglo XIX, Henri Rousseau fue una de las figuras dominantes del movimiento Naif (1885-1930). Caracterizada por un desconocimiento voluntario de la perspectiva y la realidad de las dimensiones, la corriente evoca un universo infantil y muy gráfico.

En este cuadro, Douanier Rousseau nos traslada al corazón de una frondosa jungla, donde se esconden diversas especies animales (leones, elefantes, pájaros). En el centro de la vegetación, una mujer se sienta en primer plano escuchando la melodía tocada por un encantador de flautas. Esta es Yadwiga, la amiga de Rousseau que había conocido en Polonia. Su pose sugiere una de las representaciones clásicas del desnudo en la historia del arte, que encontramos, por ejemplo, en la Olympia de Edouard Manet. Su pose es enigmática y erótica, convirtiéndola en un símbolo del deseo. Durante su trabajo sobre el psicoanálisis, Freud interpretó este paisaje como una alegoría de los deseos reprimidos del pintor.

Las numerosas visitas del artista al Jardin d´Acclimatation y al Museo de Historia Natural de París sin duda inspiraron a este último, conocido por ser un admirador y gran conocedor de la vegetación. Muchas variaciones de verde, no menos de 20, contrastan con los colores vivos de los lotos gigantes que rodean a Yadwiga. La armonía de los colores hace de esta decoración un paisaje armonioso y onírico que invita a viajar.

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9. Edward Hopper: Paisaje solitario

Edward Hopper, Colina con faro, 1927. Las obras pintadas por Edward Hopper (1882-1967) tienen un lado cautivador, sin duda ligado a su misterio. Este paisaje de 1927, en particular, da lugar a interpretaciones contradictorias. Apegado a los paisajes de la costa atlántica americana, y más concretamente a los de Nueva Inglaterra, Hopper retrata una escena en la que aparece un valle sinuoso, una casa y un faro.

Si bien la pintura está bañada por una luz tranquilizadora, es inevitable un sentimiento de angustia ante este escenario abandonado, casi desierto. La línea entre civilización y naturaleza es difícil de establecer. Detrás de este escenario de postal, parece haber una especie de rostro oculto, propicio para la ansiedad y el aburrimiento. El artista es conocido por su fascinación por la arquitectura vertical de los faros. Verdaderos hitos en el paisaje, los faros son también referencias a la soledad y las tormentas. La ausencia del mar encierra la escena aún más en una burbuja, ¡casi dando una sensación de claustrofobia!

Hopper tiene la costumbre de elegir paisajes campestres, aunque sus obras más conocidas presentan figuras pensantes en bares de la glamurosa América.

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10. Nicolas de Staël: paisaje abstracto

Nicolas de Staël, Sicilia (Vista de Agrigento), 1954. El pintor Nicolas de Staël (1914-1955) se apropió de la pintura de paisaje de una forma muy diferente a la de los artistas estudiados hasta entonces. Sus composiciones geométricas, empastes gruesos y gama de colores vivos hacen de su obra una creación eminentemente abstracta. Más adelante en su carrera, el pintor ofrece una pintura que reconecta un poco más con la realidad, y como resultado, cuestiona profundamente la oposición entre abstracción y figuración. Un pintor meticuloso, dio a luz a algunas de sus mejores pinturas de paisajes después de cuidadosos estudios con lápiz y tinta.

Dándose mucha libertad a la hora de representar la realidad, realizó varias obras destacando los paisajes de Sicilia, de los que se enamoró durante su viaje a Italia en 1953. Nunca ofreció un cuadro de paisaje idéntico al del el anterior. La luz, como el material o las formas elegidas, son sistemáticamente diferentes.

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A través de áreas de colores vivos, Staël intenta fijar en el lienzo la esencia del paisaje que representa, mediante el uso de líneas puras y colores estridentes. Morados y verdes intentan encontrar su equilibrio con tonos ocres y rojos. La línea del horizonte permite una distinción muy clara entre el cielo y la tierra. Tales colores pueden sorprender cuando se sabe que su viaje a Sicilia tiene lugar a mediados de agosto, en una época en que los paisajes son áridos, secos, abrasados ​​por el calor del sol. Pero la arbitrariedad de los colores en este pintor remite directamente a su deseo de transcribir la sensación recibida.

Foto principal: Artsper

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