Usar y tirar. Hasta hace unos años esa fue la tónica general del consumo en todas sus vertientes. Pero afortunadamente la sociedad va tomando conciencia poco a poco de la necesidad de adoptar una postura más respetuosa con el medioambiente cuando se trata de comprar. Al `Slow life´ y `slow fashion´ se suma el `Slow Cosmétique´. El movimiento y la Asociación que lleva el mismo nombre fueron creados en el 2012 por el aromaterapeuta y cosmetólogo belga Julien Kaibeck, autor de varios libros sobre la belleza natural y del Blog. Lessentieldejulien.com.

En la carta fundacional, esta filosofía defiende varios preceptos. La Slow Cosmétique, por ejemplo, se formula y practica respetando el medioambiente. Antepone los ingredientes naturales y biológicos poco transformados en sus fórmulas, excluyendo todo ingrediente procedente de la química de síntesis, de la petroquímica, de la industria plástica, así como todo ingrediente potencialmente contaminante para el médio ambiente o para el organismo. Se esfuerza asimismo en minimizar su impacto ecológico en todos sus campos de acción sin excepción, privilegiando los ciclos cortos, los intercambios a nivel local y la opción "cero basura". Y se centra en los vegetales y minerales de leve impacto medioambiental, excluyendo todo ingrediente y toda técnica potencialmente tóxica para la naturaleza, el ser humano o los animales.

De la misma forma, este movimiento respeta la salud del hombre, de los reinos vegetal y animal. Se concibe respetando a los seres vivos y sus ciclos de vida sin causarles toxicidad ni a corto ni a largo plazo. Además, defiende no alterar las funciones fisiológicas del organismo. En caso de duda sobre el impacto sanitario de un gesto o de un producto, la Slow Cosmétique aplica el principio de precaución y se conforma con las alternativas disponibles. Por supuesto, también excluye los experimentos con animales, así como la explotación animal que provoque sufrimiento o muerte.

Una belleza inteligente

La cosmética `slow´, por otro lado, debe responder adecuadamente a necesidades reales de la piel. Se trata de una belleza inteligente, que responde a las necesidades dermatológicas fundamentales de la piel, en particular la limpieza, la hidratación y la protección respondiendo a ellas con productos o hábitos sensatos evitando diversificarlos sin necesidad. Para ello, utiliza fórmulas sencillas con ingredientes nobles procedentes de recursos biodisponibles. Evita en lo posible, los ingredientes sintéticos inertes, inactivos o innecesariamente modificados así como los ingredientes que si bien mantienen o mejoran la salud de la piel, lo hacen en detrimento de la salud del resto del cuerpo o del espíritu. Nos invita a consumir menos, pero mejor a la vez que nos incita a ponernos en contacto directamente con la naturaleza sin intentar reproducirla de forma artificial.

La Slow Cosmétique, por último, es "razonable", es decir, no formula promesas falsas imposibles de cumplir por medio de la naturaleza de un producto o un hábito cosmético. Se abstiene de "greenwashing", manipulación y cualquier forma de modificación o disimulación cuyo fin es engañar a sus interlocutores. En su elaboración, se preocupa por la mejora del nivel de vida de todos los actores de la cadena de producción.

En suma, su objetivo es ayudar a consumir menos pero mejor, dando prioridad a los ingredientes nobles para la piel. Se acabaron las siliconas, los aceites petroquímicos, los conservantes indeseables. La Slow Cosmétique te invita a consumir productos de fórmula limpia y marketing sensato.