Existen numerosas opciones cuando se trata de utensilios de cocina, y en el caso de las sartenes, las posibilidades son variadas. Las hay de diferentes materiales, normalmente antiadherentes, como acero inoxidable o teflón y cada una tiene unas características concretas que debemos valorar en función de nuestras necesidades.

Las sartenes de acero inoxidable elaboradas con una aleación concreta, son consideradas como las más saludables porque no contienen ningún antiadherente químico, presentan una larga vida útil y son muy cómodas para utilizar diariamente en la cocina.

Las sartenes de cerámica transmiten de manera poco uniforme el calor por lo que dificultan la elaboración de los alimentos y no son tan antiadherentes.

Las sartenes de hierro alcanzan una temperatura muy alta, que se mantiene durante el tiempo que permanece colocada sobre la fuente de calor. Se consideran adecuadas para cocinar algunos alimentos, como la carne, y son muy duraderas. Lamentablemente, su precio es elevado, son poco antiadherentes y muy pesadas.

Las sartenes de teflón son muy antiadherentes, pero arrastran una fama negativa que no se merecen. El material con el que se elaboran es politetrafluoroetileno (PTFE) y se considera seguro, inerte, flexible y antiadherente. En algunas se ha empleado un compuesto denominado ácido prefluorooctanoico (PFOA), material potencialmente tóxico, para unir el teflón (PTFE) al cuerpo de la sartén. Por su disposición en la sartén, bajo la superficie, el riesgo se minimiza, sin ser preocupante aunque la sartén esté rayada.

Los expertos recomiendan cambiar la sartén cuando:

1-El material empleado para elaborarla ha superado su vida útil. Algunos materiales duran más que otros y debes tenerlo en cuenta para hacer el recambio.

2-Presenta alteraciones en su estructura como golpes o abolladuras porque reducen la seguridad en su empleo y la integridad de la sartén se ve afectada. Lo más frecuente es que acabe abombándose el fondo, especialmente en sartenes de poca calidad y que se ven sometidas a cambios bruscos de temperatura. Este abombamiento es incómodo para cocinar debido a la inestabilidad de la sartén, puede resultar peligroso por el riesgo de quemaduras y, al no conseguir que el calor se distribuya correctamente por toda la superficie, los alimentos pueden quedar poco cocinados aumentando el riesgo de sufrir una toxiinfección alimentaria.

3-Está oxidada o quemada. El óxido acumulado en diferentes puntos de la superficie afecta el sabor de los alimentos y es malo para tu organismo porque perjudica tu salud.

4-La superficie presente rayas o daños. Los alimentos se pegarán y será difícil de limpiar correctamente, lo que puede favorecer el crecimiento de microorganismos patógenos. Si la sartén es de teflón, la cantidad de este compuesto que se desprende no supone un gran riesgo para la salud porque es un material inerte, pero no se recomienda llegar a ese punto.