El cerebro es el órgano de nuestro cuerpo que centraliza la actividad del sistema nervioso. Con un peso aproximado de entre 1.300 y 1.400 gramos (el de un adulto), y con cerca de 100.000 millones de neuronas, es capaz de retener y almacenar tanto nuestros recuerdos como las vivencias que ...
El cerebro es el órgano de nuestro cuerpo que centraliza la actividad del sistema nervioso. Con un peso aproximado de entre 1.300 y 1.400 gramos (el de un adulto), y con cerca de 100.000 millones de neuronas, es capaz de retener y almacenar tanto nuestros recuerdos como las vivencias que hayamos tenido, para poder recuperarlas, posteriormente.
Según diversas investigaciones, nuestra memoria no se encuentra en un lugar concreto del cerebro, sino que consiste en varios sistemas conocidos como las tres fases de la memoria: la codificación, el almacenamiento y la recuperación. La codificación es el proceso en el que se prepara la información para poder ser almacenada; el almacenamiento permite retener los datos en la memoria para usarlos después y, por último, la recuperación permite poder encontrar una determinada información cuando la necesitamos. Es decir, nos permite recordar.
Los expertos señalan que aunque los tipos más conocidos de memoria son la memoria a corto y a largo plazo, existen otros muchos. Un sistema mucho más complejo que permite guardar información de manera diferente y que nos ayuda a recordar imágenes, sabores, olores, nombres, momentos felices, otros no tanto, personas, rostros, etc. De tal manera que luego podemos, por ejemplo, conectar de forma temporal unos recuerdos con otros.
La memoria nos ayuda a adaptarnos al entorno y nos ayuda a definir nuestra identidad. Pues sin ella seríamos incapaces de aprender, de ahí que los distintos tipos de memoria que tenemos disponen de su peculiar manera de funcionar, si bien todas cooperan en el proceso de memorización. Vamos a ver en qué consisten esos diferentes tipos de memoria y cuáles son:
1. Memoria sensorial: aquí, la información permanece el tiempo necesario para ser identificada y poder procesarla después. Tiene una duración muy breve, de 200 a 300 mseg.
2. Memoria a corto plazo: es el recuerdo inmediatamente posterior a su presentación. Por ejemplo, aprenderse un número de teléfono. Una vez que se ha seleccionado una información en la memoria sensorial, pasa a un almacén que se conoce como memoria a corto plazo, operativa o inmediata. Cabe destacar, también, que la memoria a corto plazo sirve de memoria de trabajo y tiene capacidad limitada, ya que permite tareas como el razonamiento, la comprensión y la resolución de problemas.
3. Memoria a largo plazo o memoria diferida: se trata del recuerdo de una información tras un intervalo en que la atención de la persona se centra en aspectos distintos. Este tipo de memoria tiene gran capacidad y permite que la información se almacene de forma duradera. Además, podemos dividir esta memoria en memoria explícita (que incluye el conocimiento objetivo de personas, lugares y cosas y lo que ello significa. Se recuerda de manera consciente), y memoria implícita (almacena de manera inconsciente y aparece cuando entrenamos capacidades reflejas motoras o perceptivas).
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