La ira puede provocar consecuencias negativas para uno mismo y para los demás. La gestión incorrecta de esta emoción básica puede llevar a vivir situaciones inadecuadas que generan el efecto contrario al que deseábamos conseguir en un principio. Los especialistas señalan que, entre las consecuencias negativas a las que nos puede llevar la ira, destacarían:

-La ira nos induce a actuar de manera impulsiva, lo que nos impide pensar con claridad y nos incapacita para reconocer la repercusión real de nuestro comportamiento.

-La ira puede convertirse en un mecanismo de defensa inadecuado porque la expresamos en momentos en los que no es necesario.

-La ira puede generar confusiones y dificultades para reconocer nuestros sentimientos reales. Puede entenderse como una manera de proteger nuestro orgullo que evita que nos sintamos heridos y hacernos conscientes de nuestra vulnerabilidad.

-La ira puede afectar a la salud porque puede favorecer el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, por ejemplo.

-La ira puede provocar aislamiento social porque trasmite una impresión negativa a los demás que les lleva a evitarnos, lo que afecta a nuestras relaciones personales.

Existen varias estrategias indicadas para regular la ira entre las que destacarían:

1-Emplear técnicas de relajación. Nos permiten desviar la atención de los pensamientos que provocan la ira y nos hacen sentir mejor. Puedes realizar cualquier actividad que te ayude a centrarte y te resulte satisfactoria (pasear, meditar, respirar o escuchar música, por ejemplo).

2-Distanciarse del tema de conflicto. Cuando percibas que tu ira aumenta, es adecuado alejarse de la situación (saliendo de la habitación, por ejemplo, hasta conseguir relajarte). Esta distancia te ayudará a calmarte, ver el conflicto desde otra perspectiva más realista y poder buscar soluciones adecuadas y positivas, sin dejarte llevar por la ira.

3-Evitar el rencor. Cuando la ira queda sin resolución, cualquier pequeño inconveniente, puede generar un estallido incontrolado que no podemos evitar. Resolver problemas del pasado para evitar su presencia en nuestro día a día es fundamental.

4-Fomentar el respeto hacia ti misma y hacia los demás y saber demandar que te respeten. Cuando percibimos que el otro no nos respeta, es posible que lo manifestemos mediante reacciones de ira. Es preciso aprender a pedir respeto hacia ti misma y ser capaz de respetar a los demás.

5-Mejorar la empatía. Es necesaria para poder entender la situación de manera objetiva y poder evaluar la situación desde la perspectiva del otro.

6-Reconocer la causa del enfado, gestionarlo y expresarlo de manera adecuada. No es posible estar enfadada siempre y por todo. Identificar lo que nos molesta es el primer paso cuando estamos enfadados. Gestionar correctamente la situación es el segundo. Expresarlo de manera adecuada (utilizando argumentos claros, honestos y sinceros) es el tercer paso.