Numerosos estudios señalan que el concepto de Inteligencia Emocional cuenta con evidencia empírica. Se han detectado ciertas partes del encéfalo que intervienen en su aparición y no influyen tanto en la presencia de otro tipo de procesos mentales. Además, se emplean test estandarizados para medirla y poder analizar los datos obtenidos.

A pesar de todo, resulta complicado definir la Inteligencia Emocional. Se considera que existe cuando se observa cómo actúa una persona en ciertas condiciones y cómo esa actuación la lleva a obtener ventajas o desventajas en una situación concreta. Suele definirse como una habilidad que permite entender, utilizar y administrar nuestras propias emociones para que se reduzca el estrés, nos ayuden a comunicarnos de manera eficaz, nos permita empatizar con otras personas, superar desafíos y reducir conflictos.

Es una cualidad fundamental a varios niveles porque influye en las relaciones interpersonales que todos mantenemos en diferentes ámbitos (como el familiar o el académico, por ejemplo). Cada vez se valora más la Inteligencia Emocional a nivel laboral, no solo para mantener buenas relaciones entre los miembros de la empresa que favorezcan la eficacia del trabajo, sino para lograr un mayor rendimiento, también en lo que se refiere a intercambios comerciales.

El interés a nivel laboral se manifiesta ya antes de formar parte de la empresa. Anteriormente, los procesos de selección de personal se basaban en la experiencia laboral y los conocimientos técnicos que presentaban los candidatos. Se analizaba en profundidad el curriculum y se seleccionaba a la persona que cumplía con los requisitos del puesto, una actitud correcta porque el aprendizaje académico y la experiencia profesional nos capacitan para realizar un trabajo concreto.

En la actualidad, el sistema ha cambiado y, ciertos aspectos relacionados con la Inteligencia Emocional, como las habilidades interpersonales y la gestión de las emociones, han alcanzado una gran importancia. La Inteligencia Emocional aportaría la capacidad de realizar el trabajo de una manera más eficiente y con un mayor nivel de rendimiento, porque nos ayuda a entendernos y entender a los demás. Esta característica resulta fundamental porque todas las relaciones (también las económicas) están influenciadas por la confianza existente entre ambos actores (vendedor y comprador). Por ello, actualmente, en los procesos de selección de personal de las empresas, se pone al candidato en situaciones de estrés o incomodidad intensos para poder analizar sus reacciones y su capacidad para gestionar sus propias emociones.

Los empleados que presentan una alta Inteligencia Emocional resultan más productivos para las empresas porque disfrutar de una correcta gestión de las emociones es fundamental para mantener la motivación intrínseca, resolver dilemas, evitar conflictos y mantener una comunicación adecuada con los demás miembros del equipo.