Sé que a muchas seguidoras de mi perfil en Instagram les impactará este dato porque no les encaja nada el tabaco dentro del estilo de vida que llevo y promuevo, pero así son las adicciones: no siempre encajan con aspectos de la vida de las personas adictas. Nunca he sido una ...
Sé que a muchas seguidoras de mi perfil en Instagram les impactará este dato porque no les encaja nada el tabaco dentro del estilo de vida que llevo y promuevo, pero así son las adicciones: no siempre encajan con aspectos de la vida de las personas adictas.
Nunca he sido una gran fumadora pero lamentablemente he sido fumadora siempre. Creo que el primer cigarro que fumé no era ni mayor de edad.
Cuando me inicié en el running (septiembre de 2014) rebajé el consumo de tabaco considerablemente pero a diferencia de lo que pensaba, nunca me entraron ganas de dejarlo y no lo dejé.
He sido de las que cuando ha estado enferma no he fumado, he hecho caso estricto a los médicos en los post operatorios y no he fumado, no he fumado nunca conduciendo, ni me ha gustado nunca fumar caminando, me alegré inmensamente de la prohibición en los locales y cada año cumplido como fumadora he sido más y más consciente de que es un vicio caro en diferentes aspectos.
Pero seguía fumando.
En todos estos años como fumadora, que no han sido pocos, solo intenté dejarlo una vez, aunque está claro que en realidad no quería porque si algo tengo comprobado es que para conseguir lo que te propones es vital querer conseguirlo.
Y no ha sido hasta que inicié una alimentación conscientemente saludable y cambié la disciplina deportiva (del running al pilates; eso fue en septiembre de 2020) que no empecé a plantearme seriamente dejar de fumar.
Ha tenido mucha importancia en todo este proceso mantenerme en integridad conmigo misma. Optar por una alimentación saludable, hacer deporte a diario, llevar una vida ordenada, tener buenos hábitos en general peeeeeero ser fumadora era algo que no me mantenía alineada. Este pensamiento recurrente y agotador taladraba mi cerebro caaaaada noche: no me mantengo en integridad con mi estilo de vida y, por consiguiente, conmigo misma. Y la idea de abandonar el mal hábito del tabaco cobraba más y más fuerza.
Un muy buen recurso durante este proceso de desintoxicación ha sido escuchar podcasts. Podcasts de médicos dando cifras reales sobre las muertes y enfermedades derivadas del tabaquismo. Espantoso y escalofriante. El 15/10/22 guardé una imagen sobre las afectaciones del tabaco y me impresionó muchísimo. Hice captura y guardé la foto en favoritos con intención de mirarla y reflexionar. Y así lo he hecho en más de una ocasión.
Y a raíz de estos inputs tomé la que ha pasado a ser ya otra de las mejores decisiones de mi vida: dejar de fumar. La decisión ya estaba tomada. Ahora tenía que pensar cómo ejecutarla.
Me inventé un plan porque no lo tenía. Un plan que no compartí con nadie. Preferí trazarlo y ejecutarlo sola. Un proceso muy mío. No lo comenté ni en casa ni a la familia hasta pasadas unas semanas. Porque si hay una frase con la que me identifico es: Si quieres que algo salga bien no se lo cuentes a nadie.
Y en este plan -y como imaginaréis las que me conocéis un poco- la gran protagonista ha sido la escritura. Practicar el journaling es algo que vengo haciendo desde que se llamaba sencillamente escribir un diario. Algo de lo que hablé en el artículo 1 Para atraparos en mi mundo donde disfrutar es obligatorio y que os animo a leer para que entendáis en qué me beneficia escribir.
Esta vez ha sido otra nota del Iphone titulada "Proceso de desintoxicación TABACO", porque si algo me representa es llamar a las cosas por su nombre y sin miedo, de ahí las mayúsculas.
Un diario que 1 año después leo y me gusta lo que hay escrito: reflexiones, estrategias, estados de ánimo, empoderamiento, frustración, pensamientos, miedos, objetivos, deseos y sobre todo un registro en el que percibo mucha fuerza de voluntad, trabajada a base de posponer recompensas a diario.
Dejo aquí algunos de los aprendizajes más significativos de esta experiencia porque sinceramente pienso que os puede ayudar en este proceso si lo queréis iniciar, reiniciar o lo habéis iniciado e incluso para extrapolar consejos y reflexiones a otros ámbitos y procesos de vuestra vida.
Vamos allá!
No sé decir la cantidad de veces que me he hecho esa pregunta este último año. Incontables, de verdad. Y un año más tarde la respuesta sigue siendo la misma.
365 días son muchos días y ha habido momentos de todo. Y todavía los hay. Echando la vista atrás pienso de dónde saqué las fuerzas en días duros para escoger no fumar, lo cual me demuestra que cuando creemos que no podemos más, podemos un poco más todavía.
No ha habido un solo día de estos 365 que haya fumado. Nada. Fue algo que tuve muy claro, sobre todo porque antes de esta fecha pasé semanas sin fumar y fumar algún cigarro desencadenó otros tantos. Y es algo que me daba una pereza extrema: la frustración continua. La frustración que yo misma me genero me da mucha, mucha pereza. Es decir, decidir algo, en este caso dejar de fumar, y tener que poner el contador a cero en repetidas ocasiones por no acabar de conseguirlo. Era algo que quise evitar a toda costa porque me conozco de sobras en ese escenario de la frustración provocada y me caigo muy mal, así que como considero que me representa: enfoqué, decidí, ejecuté y me mantuve.
Pensar y compartir con personas de mi entorno cercano ex fumadoras me ha dado mucha fuerza a mantenerme firme para con la decisión. Aunque también debo mencionar comentarios de otras personas como: total, para lo poco que fumabas no pasa nada! O: Eso no es fumar!
Sí pasa y sí es fumar. Porque aunque fumes poco, es fumar. No fumar es no fumar. Y hay una grandiosa diferencia. Últimamente escucho a gente orgullosa de fumar poco que además quitan importancia a quienes hemos decidido dejar este hábito con el esfuerzo que ello implica. Parece que tiene más mérito fumar poco que no fumar. Y no, señores y señoras. No hay color. Personalmente, he proyectado muchas veces la pregunta: Fumas? Y me satisfacía más la respuesta "No, no fumo" a responder "fumo poco". Y como creía, estoy en lo cierto. Porque entre fumar poco y no fumar hay una indiscutible diferencia.
Haber tomado esta decisión solo me ha aportado cosas buenas. Doy fe de que el autocuidado te lleva a querer cuidarte más. Por ejemplo, desde que he dejado de fumar, solo tomo una copa de vino los viernes y quizá algún otro día del fin de semana de manera puntual, madrugo 15 minutos más, he alargado el rato de entreno por las mañanas, me alimento mejor si cabe y saboreo todavía más los pequeños placeres cotidianos del día a día. Todo son beneficios. Además, no sabéis el glow que noto en la piel! Solo porque lo descubráis vale la pena que lo intentéis.
Algo peculiar que he hecho es calcular a qué edad habré vivido más años como no fumadora que como fumadora. Ese es mi nivel de motivación y seguridad con la decisión tomada. De la misma manera que tanbién anoté en el diario mujeres no fumadoras o exfumadoras que me inspiran; pensar en ellas me ha empoderado en diversas ocasiones.
Si en el proceso de dejar de fumar te inundan pensamientos como que no volverás a tener ganas de socializar o que socializar será aburrido sin tabaco, no hagas caso; tú no eres tus pensamientos. Tú eres mucho más que eso. Intenta que tu mente esté en tu equipo y no dejes que te boicotee los planes. Todo cambio implica un proceso de adaptación y solo hay que hacer eso: adaptarse. Date tiempo y gestiónalo de manera constructiva.
Te confieso que aunque ya tengo predisposición a ser casera, esta tendencia en mí se ha acentuado a raíz de dejar de consumir tabaco. Ahora me da mucha más pereza salir, socializar, hacer planes… Y no porque huya de enfrentarme a situaciones en las que el tabaco está presente -considero que es una pantalla que ya he pasado- pero reconozco abiertamente que sigo en la fase en la que echo de menos fumarme un cigarrillo. Ojo con el matiz: lo pienso pero no experimento dependencia y es un alivio porque en esos momentos de añoranza me siento dueña de pensamientos e impulsos, así que no siento que corra ningún riesgo. Si no es tu caso y no te sientes con fuerzas es mejor que evites exponerte innecesariamente a situaciones que te hagan recaer o flaquear.
Mi relación con el tabaco era intensa porque aunque fumaba poco los cigarros que consumía estaban muy anclados en mi rutina y si de algo soy es de rutinas, así que el proceso de dejar de fumar me está pareciendo largo y no muy fácil. No me escondo ni disfrazo el asunto. Aunque no os estoy descubriendo nada que no imaginéis. Además, Murakami dice en Primera persona del singular: ¿Acaso crees que hay en este mundo algo que merezca la pena y que pueda conseguirse sin grandes sacrificios?
Pues eso.
Habrá quien piense que menudo lío todo esto solo para dejar de fumar, o bien porque no se plantee dejarlo o bien porque al dejarlo no le supuso introspección alguna. A mí me ha supuesto lo que lees porque he querido que lo suponga. Son muchos años vinculada a una costumbre y desacostumbrarse implica tiempo y esfuerzo. Más, todavía, si la costumbre es una adicción. Por lo tanto, quiero tener claro ahora y también dentro de unos años que estoy donde estoy porque entendí y comprendí. No quiero que la inercia me lleve sin más. Somos el resultado de nuestras propias decisiones. Y en gran parte estamos donde nosotros mismos hemos decidido llevarnos.
Voy a ir acabando de escribir este artículo no sin antes decirte que:
Espero que te haya gustado leer mi experiencia y sobre todo espero que te ayude, ya sea en el mismo trayecto o en otro.
Y para acabar y seguir con una sana costumbre, te dejo una frase que me ha acompañado a lo largo de este año a diario y no solo en en este proceso sino en muchas otras situaciones. Se ha convertido en un mantra, para mí:
A veces no es lo que más apetece hacer pero es lo que más conviene.