La exposición engloba un centenar de obras distribuidas entre pinturas y dibujos en donde el visitante puede conocer el trabajo de la artista española. Según explica Leticia de Cos, comisaria de la muestra, en el vídeo `El realismo íntimo de Isabel Quintanilla´ se trata de la "primera exposición monográfica que el museo dedica a una artista española". Muchos de los trabajos que se exponen "no han sido vistos en España", asegura. En esta colección, que se podrá visitar hasta el 2 de junio en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, se refleja la preocupación de la pintora por captar la luz que rodeaba al objeto, por causar una emoción en el espectador, dejando que él también diese forma a su propia historia viendo lo que estaba representado en el cuadro. Isabel Quintanilla, reconoce que recrear la luz que engloba a un elemento que ella quiere inmortalizar "es lo más difícil", ya que, como bien apunta, De Cos, "su mayor obsesión es captar el rastro que la luz deja al tocar todo aquello que la acompaña en su realidad. Esa realidad va a despertar, de inmediato, recuerdos en el espectador. Y es que, en lo sencillo, en lo cercano, en lo cotidiano, ahí habita la emoción".

A lo largo de su obra, Quintanilla se centra en "componer naturalezas muertas a partir de sus objetos personales y cercanos", explica la comisaria. Para lograr este fin no solo se conforma con hacer "una reproducción fotográfica" de lo que está viendo, sino que lleva a cabo "una observación meticulosa de la realidad", añade. Y así mismo lo expresa la artista, poniendo como ejemplo el proceso de apertura de una flor, donde ella ve como "esta se va abriendo a cámara lenta", asegura la artista. En su pintura el espectador puede conocer un poco más acerca de su protagonista, puesto que en ella se habla de "su familia, de sus aficiones y de sus gustos", expone en el vídeo la comisaria de la muestra. Dentro de sus cuadros hay un elemento que se repite a lo largo de sus trabajos, en los que toma como modelo "los vasos de la marca Duralex", de modo que "un simple vaso, un elemento inerte tan común en las mesas de entonces, adquiere una nueva vida cuando la luz que lo atraviesa queda reflejada en el lienzo", indica Leticia de Cos. Hay ocasiones dentro de su obra en la que la artista le da pie al visitante a que complete el cuadro que está viendo con sus recuerdos, vivencias o emociones más profundas. De este modo, la pintura se exhibe con algunos de elementos de recurso pero despojadas de la presencia humana, ya que como bien reconoce la autora, "prefiero que no haya personas en los cuadros, en general", así el espectador puede completar lo que falta con sus propias vivencias y recuerdos personales.

Otra de las temáticas recurrentes en su obra son los patios, "los paisajes abiertos, sosegados, colmados de luz, como los paisajes de Castilla, Extremadura o la sierra madrileña" y las escenas marinas, en las que Quintanilla, "prescinde de la orilla, de otros elementos, dejando que el agua ocupe toda la superficie. Solo la línea del horizonte nos orienta en el espacio", comunica la comisaria. La meticulosidad con la que refleja los objetos y la luz, combinados con una parte técnica meticulosa y la necesidad de despertar una emoción al que se encuentra al otro lado, dominan su obra. Con ella buscaba poner en valor su trabajo y el de tantas otras muchas compañeras, que no lo tuvieron fácil en un mundo custodiado por la desigualdad: "Quintanilla vivió y trabajó en un momento de la historia de España en el que las mujeres artistas no tenían ni el peso ni el protagonismo del que disfrutaban los artistas masculinos, aspecto que no pasaba por alto en sus declaraciones públicas para reivindicar así el valor de su trabajo y el de sus compañeras", aseguran en la descripción de la muestra.

FOTO PRINCIPAL.: Imagen extraída del perfil de Twitter de Museo Thyssen. Isabel Quintanilla. Ventana con lluvia, 1970, dentro de la exposición `El realismo íntimo de Isabel Quintanilla´.