Empieza por vaciar y revisar Lo primero es hacer limpieza. Literal. Saca todo lo que tengas: bases, sombras, barras de labios, pinceles, cremas… todo. Aprovecha para limpiar el mueble, las cajas, los botes, y sobre todo para mirar con ojo crítico qué merece quedarse. ¿Hace cuánto no usas ese labial granate ...
Lo primero es hacer limpieza. Literal. Saca todo lo que tengas: bases, sombras, barras de labios, pinceles, cremas… todo. Aprovecha para limpiar el mueble, las cajas, los botes, y sobre todo para mirar con ojo crítico qué merece quedarse. ¿Hace cuánto no usas ese labial granate que compraste por impulso? ¿Y esa sombra que ya ni pigmenta?
Revisa fechas de caducidad, textura, olor. Hay productos que ya no están en buen estado y no vale la pena arriesgarse a que te salgan granitos o una reacción en la piel. Quédate con lo que de verdad usas y te gusta. Lo demás, a reciclar o regalar.
Una vez has hecho limpieza, toca reorganizar. Agrupa por tipo de producto: rostro, ojos, labios, herramientas… Si tienes muchos productos, puedes hacer subdivisiones: correctores y bases por un lado, iluminadores y coloretes por otro. La idea es que, al abrir un cajón o una caja, sepas enseguida dónde está todo.
También puedes separar lo que usas a diario de lo que es más para ocasiones especiales. Así no te complicas buscando algo sencillo entre sombras de purpurina y delineadores de colores.
No hace falta tener un tocador de revista ni gastar una fortuna. Con organizadores transparentes o cajitas pequeñas puedes montar un sistema práctico y bonito. Los hay de metacrilato, de tela, de madera… incluso puedes reciclar bandejas, cestas o cajas de bombones bonitas. Lo importante es que lo que uses más esté a la vista y a mano.
Una idea útil: ten una bandeja o neceser pequeño con tus cinco o seis productos básicos para el día a día. Así, cuando vas con prisa, no pierdes tiempo buscando entre mil cosas. Otro truco si tienes poco espacio: usa un carrito con ruedas. Puedes moverlo de sitio según lo necesites y tener varios niveles para organizar mejor.
El desorden no solo quita tiempo, también agobia. Y aunque no lo parezca, el entorno influye mucho en cómo empezamos el día. Cuando tienes tu tocador limpio, ordenado y bonito, todo fluye mejor. No es lo mismo revolver en un cajón lleno de cosas que sentarte frente a un espejo despejado, con buena luz y tus productos favoritos esperándote.
Además, el orden visual ayuda a reducir el estrés. Y eso, por la mañana, es oro. Te maquillas más tranquila, sin frustraciones, y hasta puede convertirse en un pequeño ritual solo para ti.
A veces pensamos que maquillarse es solo una cuestión estética, pero no. Maquillarse también es una forma de mimarse. Ese ratito frente al espejo puede ser tu momento del día. Y cuando tienes el espacio ordenado y todo a tu gusto, se disfruta el doble.
Es como cuando entras en una habitación limpia y con buen olor. Da gusto. Pues con el tocador pasa lo mismo. Crear ese pequeño rincón agradable solo para ti también es autocuidado. Y lo necesitas. Y te lo mereces.
No se trata de que tengas mil productos ni de seguir las tendencias. Se trata de tener lo que te funciona, lo que te hace sentir bien, y tenerlo ordenado para que tu día empiece con calma. Ordenar tu tocador es un gesto pequeño, pero que marca la diferencia. Y lo mejor es que, una vez lo organizas, mantenerlo es muy fácil. Solo necesitas dos minutos cada noche para dejarlo listo para el día siguiente.
¿Te animas a probar? Quizás este fin de semana puedas dedicarte un rato para ti, revisar lo que tienes, tirar lo que ya no usas y quedarte con lo que realmente te acompaña cada día. Porque tú lo vales. Y porque mereces empezar el día sin estrés… ni pintalabios desaparecidos.