¿Fría o cálida? La gran pregunta del color Lo primero es saber si tu tono de piel es cálido o frío. No hablamos del color de la piel en sí (clara, media o morena), sino del subtono que hay debajo. Es algo que no cambia con el bronceado ni con la ...
Lo primero es saber si tu tono de piel es cálido o frío. No hablamos del color de la piel en sí (clara, media o morena), sino del subtono que hay debajo. Es algo que no cambia con el bronceado ni con la edad, y que marca una gran diferencia a la hora de elegir colores.
Aquí van algunos trucos caseros para descubrir tu subtono:
También hay un tercer grupo: las pieles neutras. Si te quedan bien tanto dorados como plateados y te cuesta definirte con claridad, probablemente estés en ese punto medio tan versátil.
Una vez identificado tu subtono, toca elegir paletas que realcen lo mejor de ti. Aquí no hay normas rígidas, pero sí recomendaciones que ayudan:
Aquí también hay mucho que ajustar con pequeños cambios. Un labial que te queda "raro" puede que no tenga que ver con tu forma de labios… sino con que no armoniza con tu piel.
No necesitas hacer un cambio radical. A veces, con ajustar los detalles es suficiente para que tu cara se ilumine sin darte cuenta.
La idea no es limitarte ni seguir normas estrictas. Al contrario. Se trata de que entiendas qué colores te hacen sentir más guapa, más fresca, más tú. Y a partir de ahí, decidir si te apetece seguir esa línea o romperla cuando quieras.
A todas nos ha pasado: hay días en los que nos ponemos un color y nos vemos con "buena cara" sin saber por qué. Y sí, influye el sueño, el ánimo… pero también el color. Elegir bien puede ser un pequeño empujón a tu autoestima. Porque sentirte favorecida es un chute de energía (y eso nunca sobra).
¿Te animas a hacer la prueba frente al espejo? Coge dos pañuelos o camisetas: uno frío y otro cálido. Mírate sin maquillaje y con luz natural. Observa si tu piel se ve más uniforme, si tus ojos destacan más o si te ves algo más apagada. La diferencia, cuando das con tu gama, se nota.
No hace falta hacer un máster en análisis del color. Solo observarte un poco y tener curiosidad por lo que te hace bien. Porque cuando aciertas con tu paleta, todo encaja un poco mejor: tu ropa, tu cara, tu energía.