La piel también siente: cómo influyen las emociones en tu cutis

Sonia Baños

¿Has notado que cuando vas a mil por hora te salen granitos, la piel se te apaga o incluso te pica sin razón? No estás sola. Y no, no es casualidad. La piel es como una antena que lo capta todo: lo que comes, cómo duermes... y sí, también lo que sientes. Hoy en esvivir.com te contamos los detalles sobre cómo afecta tu estado emocional a la salud de tu piel y qué puedes hacer para mimarla desde dentro, sin agobios y con mucho cariño.

21/05/2025

Cuando las emociones dejan huella en el rostro Nuestra piel y el sistema nervioso están más conectados de lo que pensamos. Se desarrollan a la vez en la etapa embrionaria, así que no es de extrañar que cuando una está alterada, la otra lo note. El estrés, por ejemplo, dispara el ...

Cuando las emociones dejan huella en el rostro

Nuestra piel y el sistema nervioso están más conectados de lo que pensamos. Se desarrollan a la vez en la etapa embrionaria, así que no es de extrañar que cuando una está alterada, la otra lo note. El estrés, por ejemplo, dispara el cortisol, esa hormona que, entre otras cosas, puede aumentar la grasa, provocar inflamación y frenar la regeneración celular. El resultado: piel más apagada, granitos, rojeces, tirantez… ¿Te suena?

Y lo mismo pasa con el cansancio emocional, la ansiedad o incluso la tristeza prolongada. ¿Alguna vez te has mirado al espejo después de una temporada complicada y has pensado: "parezco otra"? Esa palidez o ese aspecto "de caída" tiene explicación. Las emociones afectan el flujo sanguíneo y la oxigenación de la piel, y se nota.

Pero no todo son malas noticias. También ocurre al revés: cuando estás en una etapa más tranquila, duermes mejor o te sientes más en equilibrio, tu piel responde. Más luz, más suavidad, más tú. Porque no solo los cosméticos hacen milagros. Tu bienestar emocional también.

¿Y qué podemos hacer para cuidarnos mejor?

Más allá de una buena rutina de limpieza, hidratación y protección solar, hay gestos sencillos que puedes incorporar en tu día a día para que tu piel -y tú- se sientan mucho mejor:

  • Duerme bien (o lo mejor que puedas): Durante la noche, la piel se regenera. Si dormimos poco o mal, esa recuperación no se completa y se nota.
     
  • Haz una pausa emocional: El estrés constante no te deja respirar... ni a ti ni a tu piel. Intenta incluir, aunque sea unos minutos al día, algo que te relaje: una meditación guiada, música suave, pasear sin móvil, escribir lo que sientes.
     
  • Mímate sin prisa: ¿Te aplicas la crema como si te persiguiera el reloj? Cambia el chip. Conviértelo en un pequeño masaje consciente, como si cada caricia le dijera a tu piel: "Estoy aquí para ti".
     
  • Respira (sí, también cuenta): La oxigenación es clave. Respirar profundamente ayuda a calmar el sistema nervioso... y eso también se refleja en tu rostro.
     
  • Habla bonito contigo: ¿Sabías que la forma en la que te hablas influye en cómo se comporta tu cuerpo? Si te repites que estás agotada, que estás fatal o que todo te va mal… tu piel también lo escucha. Cambia el diálogo. Un "hoy hago lo que puedo y está bien" también es autocuidado.
     

Y si además te apetece, puedes probar con técnicas como el yoga facial, la aromaterapia o una mascarilla natural mientras lees o escuchas algo que te guste. No es cuestión de tiempo, es cuestión de intención.

 

Tu piel escucha lo que tú a veces no dices

La piel no solo necesita productos. También necesita descanso, cariño, límites y momentos de desconexión. Es el reflejo de cómo estás por dentro, y eso no se arregla solo con sérum. Así que la próxima vez que te veas "con mala cara", no te castigues. Pregúntate qué necesitas, no solo qué crema falta.

 

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