Algunas personas que siguen un tratamiento farmacológico prescrito y controlado por el médico no suelen ser conscientes de que repercute en su vida normal y, aunque algunas leen los prospectos, no comprenden el alcance de los efectos secundarios ni actúan correctamente en el caso de padecerlos. Además, desconocen cómo les ...
Algunas personas que siguen un tratamiento farmacológico prescrito y controlado por el médico no suelen ser conscientes de que repercute en su vida normal y, aunque algunas leen los prospectos, no comprenden el alcance de los efectos secundarios ni actúan correctamente en el caso de padecerlos. Además, desconocen cómo les afectan dichos medicamentos sobre su capacidad de conducción.
En realidad, no siempre esos efectos son negativos. En ocasiones, el fármaco consumido adecuadamente, es la única posibilidad que tiene el paciente para poder conducir, pues controla la patología que padece y mejora sus aptitudes como conductor favoreciendo sus reflejos y capacidades.
Entre los fármacos que presentan un mayor número de efectos negativos sobre la conducción se encuentran las benzodiacepinas, los antihistamínicos H1, los relajantes musculares y los antidepresivos tricíclicos, entre otros. Estos medicamentos podrían afectar al organismo a varios niveles.
El consumo de determinados fármacos puede provocar signos de alerta entre los que se incluyen: somnolencia, cansancio, apatía, reducción de los reflejos, alteración de la percepción de la distancia de seguridad, pasividad, confusión, aturdimiento o alteraciones musculares agudas como espasmos o calambres, entre otros.
Los especialistas señalan que, de manera general, para conducir de manera segura sería recomendable:
1-Eliminar la automedicación. Todos los medicamentos deben usarse bajo la supervisión de los profesionales sanitarios, sin variar siquiera el horario de ingestión sin consultarlo.
2-Evitar la mezcla de medicamentos para que no se produzcan interacciones pues, a veces, un principio activo no afecta a nuestros reflejos pero, al mezclarlo con otro, reaccionan imprevisiblemente.
3-Leer el prospecto y consultar al farmacéutico los efectos específicos del medicamento sobre la capacidad para conducir.
4-Iniciar el tratamiento médico antes de que sea imprescindible conducir para comprobar la adaptación del organismo y reconocer si provoca una reducción de la capacidad visual o de los reflejos, por ejemplo.
5-Renunciar al consumo de alcohol si vas a conducir. Además, en caso de seguir un tratamiento, la combinación de ambas sustancias aumentaría el riesgo de accidente.
Es fundamental informar a los consumidores de los efectos del tratamiento y valorar la relación riesgo-beneficio que implica conducir en esas condiciones, lo que redundará en interés del enfermo y en la seguridad vial de los demás conductores y peatones. Un ejemplo claro serían los camioneros o los repartidores que pasan muchas horas al volante y suelen sufrir problemas de espalda, toman relajantes musculares y continúan con su trabajo aunque deberían hacer reposo.
Consulta a tu médico o farmacéutico cualquier duda para resolverla. Pueden ayudarte a comprender la importancia del consumo responsable de los medicamentos y recomendarte la mejor opción compatible con tu ritmo de vida para seguir las pautas marcadas por el médico. No dejes por tu cuenta sin consultar al médico el tratamiento que te han pautado.