Mover muebles, cambiar cortinas, pintar paredes o redecorar un rincón no es solo una cuestión de estilo. A menudo, es una respuesta directa a lo que está pasando dentro de nosotras.

Porque sí, amiga, nuestras hormonas también redecoran. Cada etapa vital -pubertad, embarazo, maternidad, menopausia, una separación o un cambio profesional- trae consigo una nueva forma de sentir, de pensar y de estar en el mundo. Y eso se refleja, inevitablemente, en cómo queremos habitar nuestros espacios.

Hormonas, emociones... y cojines nuevos

Las mujeres estamos en constante transformación. Nuestro cuerpo y nuestra mente no son lineales, y eso se nota hasta en la decoración. Las hormonas -esas mensajeras silenciosas- influyen en nuestro ánimo, en los niveles de energía, en los sentidos e incluso en la percepción del orden. No es casual que durante el embarazo muchas mujeres sientan un deseo casi instintivo de "anidar": limpiar, ordenar, preparar. Y no es raro que en otras etapas de transición aparezca ese mismo impulso de renovar lo que nos rodea.

En la adolescencia, solemos preferir espacios llenos de estímulos, color, fotos, recuerdos. Buscamos identidad y el entorno se convierte en un espejo de ese proceso. En cambio, al llegar la maternidad o una etapa más madura, muchas mujeres sienten la necesidad de despejar. Queremos luz, calma, suavidad. Y en la menopausia, cuando los estrógenos bajan y la energía cambia, aparece un deseo natural de soltar lo que ya no encaja.

Lo emocional también se ordena

Los niveles hormonales están directamente relacionados con cómo sentimos el entorno. Cuando estamos más estresadas, el desorden puede resultarnos abrumador. En momentos de introspección, necesitamos rincones que nos arropen. Y cuando la vida nos sacude -una pérdida, una ruptura, un cambio profundo- es muy probable que sintamos la necesidad de mover los muebles de sitio. A veces, cambiar el salón es una forma de decirnos que empieza algo nuevo.

No se trata solo de decorar "bonito". Es mucho más profundo: se trata de crear espacios que acompañen cómo estamos por dentro. Puede ser un sofá más cómodo porque el cuerpo lo pide. Una luz más cálida porque la mente necesita descanso. Una estantería vacía porque, sin saberlo, estás haciendo espacio para lo que vendrá.

Tu hogar, reflejo de tu ciclo vital

Observar cómo va cambiando tu casa a lo largo del tiempo es una forma de escucharte. Tal vez ese cambio de cortinas no fue solo por capricho, sino porque ahora necesitas sentirte más ligera. Quizás ese rincón que improvisaste para leer te está diciendo que necesitas más tiempo para ti. Y ese color que ya no soportas en la pared… es la versión antigua de ti que ya no encaja.

Cuando transformas tu entorno, también te transformas tú. No es una casualidad que después de cambiar los muebles, muchas mujeres digan que "respiran mejor". Estás dando forma visible a un cambio interior. Estás eligiendo de nuevo. Estás diciendo: "esto soy ahora".