Intolerancia a la lactosa: no la confundas con alergia

Ángela Zorrilla

La intolerancia a la lactosa afecta a entre el 20% y el 40% de la población, según estimaciones recientes. Eider Sánchez, responsable del área de Nutrición de Policlínica Gipuzkoa, afirma que "no es una alergia, pero puede provocar síntomas digestivos muy molestos como gases, diarrea o náuseas". "Ajustar la dieta y consultar con un profesional son claves para mejorar la calidad de vida" afirma la nutricionista Eider Sánchez. 

05/08/2025

La intolerancia a la lactosa es un trastorno digestivo que afecta a una parte significativa de nuestra población, con una incidencia estimada de entre el 20% y el 40%. Esta condición se produce por un déficit de lactasa, una enzima necesaria para descomponer la lactosa, el azúcar presente en la ...

La intolerancia a la lactosa es un trastorno digestivo que afecta a una parte significativa de nuestra población, con una incidencia estimada de entre el 20% y el 40%. Esta condición se produce por un déficit de lactasa, una enzima necesaria para descomponer la lactosa, el azúcar presente en la leche y sus derivados.

Según explica la responsable del servicio de Nutrición de Policlínica Gipuzkoa, Eider Sánchez, "cuando no hay suficiente lactasa en el intestino delgado, la lactosa no se digiere correctamente y pasa al intestino grueso, donde las bacterias la fermentan, provocando síntomas como gases, distensión abdominal, náuseas o diarrea".

Es importante no confundir esta intolerancia con una alergia a la leche. Mientras que la intolerancia es un problema digestivo, la alergia implica una reacción del sistema inmunitario a las proteínas de la leche, y puede llegar a ser grave, incluso potencialmente mortal.

En palabras de Eider Sánchez, "los síntomas de la intolerancia suelen aparecer entre 30 minutos y 2 horas después de consumir productos lácteos, aunque en algunos casos pueden tardar más. El diagnóstico se basa principalmente en la historia clínica y los síntomas, aunque existen pruebas como la prueba de hidrógeno en aire espirado o la prueba de tolerancia a la lactosa en sangre".

Eider Sánchez subraya que "no siempre es necesario eliminar todos los lácteos. Muchos intolerantes pueden consumir quesos curados, yogures o kéfir, que contienen menos lactosa". Además, existen productos lácteos sin lactosa que conservan su aporte de calcio, fundamental para la salud ósea.

"Para quienes no consumen lácteos -añade la nutricionista de Policlínica Gipuzkoa-, hay alternativas ricas en calcio como las semillas de sésamo, pescados pequeños con espina (como sardinas), frutos secos, legumbres y verduras de hoja verde".

El consejo final de la nutricionista, Eider Sánchez, es claro: "ante la sospecha de intolerancia, lo mejor es acudir a un profesional sanitario que pueda hacer una valoración completa y evitar restricciones innecesarias en la dieta".

Asimismo, su servicio asistencial está organizado en unidades y redes transversales que permiten optimizar la experiencia acumulada en los distintos centros y la traslación clínica de sus investigaciones. 

El aguacate en la menopausia: beneficios, recetas y cómo incorporarlo a la dieta
La maternidad sin estatus: por qué nuestra cultura no reconoce a las madres
Reto 30 días para transformar tu vida sin azúcar y sin redes sociales

Cookie Consent

This website uses cookies or similar technologies, to enhance your browsing experience and provide personalized recommendations. By continuing to use our website, you agree to our Privacy Policy