Durante generaciones hemos escuchado frases que parecían verdades absolutas: "durante la regla no debes hacer ejercicio", "el síndrome premenstrual está en tu cabeza", "las hormonas controlan tu carácter"… Estos mensajes, transmitidos de boca en boca, han construido una relación confusa con nuestro propio cuerpo. Pero hoy contamos con una aliada ...
Durante generaciones hemos escuchado frases que parecían verdades absolutas: "durante la regla no debes hacer ejercicio", "el síndrome premenstrual está en tu cabeza", "las hormonas controlan tu carácter"… Estos mensajes, transmitidos de boca en boca, han construido una relación confusa con nuestro propio cuerpo. Pero hoy contamos con una aliada fundamental: la ciencia. Y gracias a ella podemos desmontar mitos, entender cómo funcionamos de verdad y cuidar de nuestra salud con información fiable.
Durante mucho tiempo se pensó que la menstruación implicaba reposo absoluto. Sin embargo, las investigaciones demuestran lo contrario: realizar ejercicio moderado -como yoga, pilates, caminar o entrenamientos suaves- puede aliviar cólicos, mejorar el estado de ánimo y reducir la fatiga. La clave está en escuchar al cuerpo y ajustar la intensidad. Si hay dolor intenso, el descanso es necesario; si tienes energía, moverte es beneficioso. Tu ciclo no debería convertirse en una barrera para mantenerte activa.
El famoso SPM no es una invención ni una exageración. Está clínicamente reconocido y se relaciona con los cambios hormonales previos a la menstruación. Sus síntomas van desde molestias físicas hasta alteraciones en el estado de ánimo. La buena noticia es que hay hábitos que ayudan a mejorar la experiencia: una alimentación equilibrada, ejercicio regular, un buen descanso y estrategias para reducir el estrés. No se trata de voluntad, se trata de biología.
¿Cuántas veces has escuchado que comer chocolate empeora el síndrome premenstrual? La realidad es otra. El chocolate negro, con al menos un 70 % de cacao, contiene magnesio y antioxidantes que ayudan a relajar los músculos y a levantar el ánimo. El problema no es el cacao en sí, sino los azúcares y grasas añadidas de los chocolates ultraprocesados. Así que, si lo deseas, disfruta de un par de onzas de buen chocolate: tu cuerpo y tu mente lo agradecerán.
Es cierto que las hormonas influyen en aspectos como el sueño, el apetito, la energía o incluso el estado de ánimo. Pero reducir la personalidad femenina a "va por hormonas" es una visión simplista e injusta. La manera en que pensamos, sentimos y actuamos también está moldeada por la educación, la experiencia y el entorno. Las hormonas son parte de la ecuación, pero no definen quién eres.
Otra creencia extendida es que la alimentación no tiene nada que ver con el bienestar menstrual. La evidencia demuestra lo contrario: lo que comemos impacta directamente en cómo atravesamos cada fase del ciclo. Alimentos ricos en hierro, magnesio y omega-3 son aliados naturales para reducir la inflamación y compensar pérdidas. Las verduras de hoja verde ayudan a combatir el cansancio, los pescados grasos alivian los dolores menstruales y semillas como lino o chía contribuyen al equilibrio hormonal. Comer con consciencia puede marcar una gran diferencia.
Derribar mitos no es solo un ejercicio intelectual, es un acto de autocuidado. Conocer mejor nuestro cuerpo nos da herramientas para tomar decisiones más acertadas sobre nuestra salud y nuestro estilo de vida. La ciencia nos ofrece claridad allí donde durante siglos solo hubo tabúes y desinformación.
El bienestar de las mujeres no debería basarse en supersticiones ni en consejos heredados sin fundamento. La combinación de ciencia, autoconocimiento y autocuidado es el camino hacia una vida más plena. Escuchar al cuerpo, ajustar los hábitos y buscar información contrastada son pasos esenciales para cuidarnos mejor. Porque entender cómo funcionamos no solo nos libera de prejuicios, también nos permite vivir nuestra feminidad con orgullo, salud y equilibrio.