Realmente resulta curioso que, en momentos de la vida tan personales, vitales e íntimos de toda mujer, como son el embarazo, el parto, la lactancia o la crianza de los hijos, es precisamente cuando más opiniones y consejos, la mayor parte de las veces no deseados, y no necesariamente el ...
Realmente resulta curioso que, en momentos de la vida tan personales, vitales e íntimos de toda mujer, como son el embarazo, el parto, la lactancia o la crianza de los hijos, es precisamente cuando más opiniones y consejos, la mayor parte de las veces no deseados, y no necesariamente el apoyo que necesitamos, vamos a recibir.
Una de las cosas más sorprendentes es que, en muchas ocasiones, esas voces no vienen de las personas más cercanas de nuestro entorno, sino que provienen de cualquier desconocido, dependiente de tienda, vecino o vecina en el ascensor, o hasta del viajero que se sienta a tu lado en autobús. Cualquiera se siente con la libertad de preguntarte en qué mes de embarazo estás, si te ve muy gorda o no demasiado, si tienes buena cara o se te ve demacrada, cuando no vacitinan el sexo de tu bebé, o incluso te cuentan los pormenores de su embarazo o parto.
Eres vulnerable
En el caso de madres primerizas, son muchos los momentos y circunstancias en las que puedes sentirte no demasiado fuerte, segura o confiada, porque el embarazo es una constante revolución hormonal y emocional que puede llevarnos a estados de ánimo muy variables, plantearnos mil dudas o miedos, y estos comentarios pueden resultar muy desagradables, cuanto menos inoportunos. La buena educación, e incluso la sorpresa, nos impide contestar muchas veces como nos gustaría.
Otra cosa es cuando se trata de madres expertas, para las que no es su primer embarazo, que por desgracia ya se han visto en estas tesituras y saben como interrumpir sin contemplaciones estos comentarios no deseados. Porque si de algo sabemos las madres, es precisamente es de esa imagen a nivel social por la que, desde el momento en el que tenemos hijos o hijas, desaparecemos como mujer e individuo, y pasamos a ser "la mamá de…".
Más que una madre
Una mamá para la que, a ojos de algunos, el único centro de interés es su embarazo, el cuidado de su hijo, las conversaciones del parque o las series infantiles. Pero las mujeres seguimos siendo mucho más que todo eso. Tenemos nuestros anhelos, nuestros deseos y nuestros gustos, nuestras aficiones y amistades, el derecho a seguir teniendo tiempo para nosotras, para disfrutar de nuestra intimidad, y para cuidarnos. No sólo para cuidar de todos los demás.
Si vas a ser mamá, dos consejos: no dejes que te afecten demasiado las opiniones de los demás, mantén tú el control; y sobre todo, no olvides que tú sigues siendo lo primero, y para que tu hijo o hija esté bien y sea feliz, antes tienes que conseguirlo tú.
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