El número de personas que se muestran muy preocupadas por comer alimentos saludables ha ido en aumento en los últimos años. Ahora bien, la preocupación excesiva por el hecho de cuidar el cuerpo junto con las corrientes en materia de alimentación que han hecho acto de presencia, ha hecho que algunas de ellas se obsesionen. Esta ofuscación por comer sano recibe el nombre de ortorexia.

¿En qué consiste este trastorno?

Se conoce como ortorexia nerviosa a la obsesión patológica de comer comida natural y pura, lo que puede conducir a ciertas restricciones nutricionales importantes. Las personas que padecen este tipo de síndrome tienden a excluir de su dieta todo tipo de alimentos que ellos consideran viciados, ya sea por el uso de sustancias de origen artificial o por los pesticidas o herbicidas empleados en su proceso.

La dieta que siguen es muy estricta, hasta el punto de negarse a comer en locales fuera de casa al no saber cómo preparan los alimentos. Esta preocupación obsesiva puede generarse a partir de diferentes situaciones, bien ante personas que desean perder peso, que quieren mejorar su salud o tratar una enfermedad determinada. También puede desarrollarse en el caso de veganos y vegetarianos, cuya dieta forma parte de su propia existencia.

La principal diferencia con respecto a las personas que sufren bulimia o anorexia reside en el origen de su preocupación. En estos casos, lo más preocupante para ellos es la cantidad de comida que ingieren o su apariencia física, mientras que en la ortorexia, la calidad de los alimentos es lo que más les inquieta.

¿Cómo se diagnostica?

En realidad se trata de un trastorno relativamente nuevo del que no se tiene mucho conocimiento. De hecho, son pocos los estudios implicados en su diagnóstico que actualmente se encuentran aprobados por la comunidad científica.

En este sentido, se puede decir que una persona que padece ortorexia es aquella que piensa varias horas al día sobre su dieta y se guía única y exclusivamente por ella. Esta situación la lleva a aislarse socialmente y a una planificación excesiva para pensar en lo que comerá mañana.

Asimismo, cuando no puede cumplir con sus expectativas alimenticias se enfrenta a sentimientos de culpabilidad. Además, esa preocupación excesiva por la calidad conduce a la disminución de placer con su consumo.

Otros de los síntomas que están íntimamente relacionados con esta conducta adulterada tiene que ver con la preparación minuciosa de los alimentos e incluso con los utensilios que se emplean.

Sus principales consecuencias

Las consecuencias negativas de esta patología inciden en la salud de la persona a nivel físico y psicológico. Sus menús son convenientemente planificados y preparados con suficiente antelación, restringiendo un número importante de alimentos.

Este trastorno no les permite comer en casa de un familiar, amigo o en un restaurante, simplemente por la incertidumbre de no saber si los alimentos empleados son lo suficientemente sanos. De ese modo, si tenemos en cuenta que comer es una tradición social en sí misma, las personas se pueden aislar socialmente.

Además, el sentimiento de culpabilidad es algo muy característico de estas personas cuando no tienen más remedio que saltarse sus normas. También es posible que aparezcan ciertos trastornos obsesivos que tienen que ver con la ansiedad o la depresión. Eso por no hablar de las consecuencias físicas fruto de una alimentación insuficiente, como osteoporosis, anemias, desnutrición, sistema inmunitario débil o similar.