Es un tema de rabiosa actualidad y parece que ni los propios profesionales de nutrición se ponen de acuerdo. Algunos señalan que efectivamente debemos compensar los excesos de la Navidad, mientras que otros aseguran que hacerlo puede resultar perjudicial para nuestra salud. ¿Es buena idea compensar las comilonas de todos ...
Es un tema de rabiosa actualidad y parece que ni los propios profesionales de nutrición se ponen de acuerdo. Algunos señalan que efectivamente debemos compensar los excesos de la Navidad, mientras que otros aseguran que hacerlo puede resultar perjudicial para nuestra salud. ¿Es buena idea compensar las comilonas de todos estos días? Sigue leyendo e intentaremos aclarártelo un poco más.
Más que los excesos navideños, lo que tenemos que tener en cuenta es nuestro estilo de vida. Lo cierto es que hacer balance, intentando comer menos para compensar el consumo desmedido de calorías no es lo más recomendable.
Esta idea instaurada en personas que desean perder el peso que han ganado esos días, no parece muy beneficioso, pues nuestro metabolismo es mucho más complejo de lo que parece. Tal vez resulte a la hora de adelgazar, pero si hablamos de beneficios saludables, deberíamos apostar por un estilo de vida más completo.
Todo depende del nivel de compensación que decidamos imponer en nuestro día a día. Es decir, si decidimos velar por nuestra alimentación y comer fruta y verdura los días anteriores y posteriores a las cenas de Navidad, sí resulta saludable. Ahora bien, si por compensación entendemos no comer nada al día siguiente, eso podrá crearnos una ansiedad poco beneficiosa cuyo resultado sea ingerir otra comida copiosa.
Las compensaciones navideñas pueden interferir en nuestra actitud y generar conductas de control perniciosas. Tal vez resulte efectivo a la hora de no engordar, pero las consecuencias pueden ser desastrosas.
Las restricciones nunca pueden ser positivas, incluso pueden conducirnos a padecer trastornos de conducta alimentaria. En algunas personas no desembocará en patologías graves, tan solo en la sensación incómoda de luchar contra el hambre, pero en otras puede terminar con atracones o incluso con la aparición de una bulimia o anorexia nerviosa.
Lo más lógico es que tratemos el tema con el cuidado que merece. Luchar contra el hambre puede ser perjudicial para el organismo, y es que no hay que confundirlo con el hecho de haber comido abundantemente y no cenar el mismo día porque no se tiene hambre. La idea es no obligar al cuerpo a que ayune, sino hacerlo cuando su nivel de saciedad esté completo. Además, es fácil detectar las señales que nos envía.
Tras unas navidades copiosas, la meta no sería compensar, sino adquirir los hábitos de alimentación saludables que habíamos dejado aparcados unos días. Es decir, volver a la normalidad y dejar que el cuerpo se recupere poco a poco.
Una dieta equilibrada y la práctica de ejercicio físico son fundamentales para volver a ponernos en forma. Lo más importante es mantener buenos hábitos a lo largo del año y no guiarse por estrategias mal planteadas para compensar los excesos navideños.
No hay que olvidar que las comidas y cenas fuera de casa ejercen un papel social fundamental, e incluso a veces necesitamos una terapia en forma de chocolate para aliviar nuestra ansiedad. Pues bien, la clave está en el equilibrio.
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