Tristeza, ansiedad, preocupación en extremo, aislamiento social, irritabilidad, dolores estomacales… Estos son algunos de los síntomas del trastorno conocido como depresión posparto, y que sufren las madres justo después de dar a luz. No existe una sola causa, sino que es un conjunto de factores físicos y emocionales.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH), la tristeza posparto afecta hasta a un 80% de las madres, e incluye sentimientos leves que duran una o dos semanas y desaparecen por sí solos. Las madres que padecen depresión posparto tienen sentimientos de extrema tristeza, ansiedad y cansancio que les dificultan realizar las actividades diarias del cuidado de sí mismas y de otras personas.

¿Hay mujeres más propensas que otras a sufrir depresión posparto?

Efectivamente, algunas mujeres están más expuestas a padecer este trastorno debido a que presentan más factores de riesgo. Por ejemplo, haber presentado síntomas de depresión durante el embarazo, así como en embarazos anteriores o trastornos de bipolaridad en otra etapa de su vida, puede derivar en una depresión posparto. Asimismo, haber vivido una situación estresante durante el embarazo o poco después de dar a luz, como la pérdida de un empleo, la muerte de un ser querido, haber sufrido violencia doméstica o una enfermedad, también pueden concluir en esta patología.

Sin embargo, cualquier mujer puede padecer este tipo de depresión, independientemente de su edad, origen étnico o situación económica, puesto que también influyen factores biológicos que nada tienen que ver con el entorno.

Recuperar la salud sexual después de la maternidad puede ser un buen remedio para mejorar el estado anímico y la autoestima.

Consejos para llevar la depresión posparto

Aparte del tratamiento médico correspondiente para la depresión posparto, existen pequeñas rutinas y hábitos que pueden ayudar a pasar el proceso de una forma más llevadera. Algunas recomendaciones que da KidsHealth son, por ejemplo:

• Dedicarse tiempo a sí misma. Es recomendable contratar a un cuidador externo, para asegurarse un tiempo al día y, además, saber cuándo.
• Programar pequeñas cosas para el final del día. Se podría tratar de una ducha caliente, un baño relajante o un paseo por su barrio.
• Leer. La depresión puede dificultar la concentración, así que es altamente recomendable la lectura de algo ligero y positivo, que se pueda leer a ratos cortos.
• Permitirse pequeños placeres sencillos. Hojear una revista, escuchar música, tomarse una taza de té.
• Estar con otras personas. Pueden brindar apoyo y buena compañía.
• Pedir ayuda. No hay que avergonzarse de tener que pedir apoyo emocional o ayuda para cuidar del bebé o hacer las tareas domésticas.
• Descansar. Ofrezca a su hijo un lugar silencioso para dormir, e intente descansar cuando lo haga él.
• Moverse. Una caminata diaria puede ayudarle a levantar el ánimo. (Consulte a su médico antes de iniciar cualquier nuevo programa de ejercicio físico).
• Tener paciencia. Debe saber que puede costarle un tiempo encontrarse mejor; vaya paso a paso.
• Ser optimista. Trate de pensar en todas las pequeñas cosas por las que se siente agradecida.
• Unirse a grupos de apoyo. Pregúntele a su médico o al centro de mujeres de su localidad sobre los recursos disponibles.

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