¿Cómo se contagia? El contagio se produce con facilidad, tanto de manera directa como indirecta. La directa es por contacto piel con piel; la indirecta se produce por objetos contaminados por el virus (toallas, vasos, etc.) compartidos con un enfermo. Especial mención merece el contagio orogenital al practicar sexo oral, que ...
El contagio se produce con facilidad, tanto de manera directa como indirecta. La directa es por contacto piel con piel; la indirecta se produce por objetos contaminados por el virus (toallas, vasos, etc.) compartidos con un enfermo. Especial mención merece el contagio orogenital al practicar sexo oral, que puede diseminar el virus de una zona a otra.
Son fácilmente reconocibles: inicialmente sienten quemazón, picor, sensibilidad y hormigueo en la zona; a continuación, aparece una erupción alrededor de los labios, ampollas pequeñas con un líquido amarillento en su interior, dolor en la zona afectada, encías sangrantes, mal aliento e inflamación ganglionar. La fiebre puede presentarse o no.
El diagnóstico se hace por observación directa de las vesículas y la sintomatología descrita por el enfermo. También se puede realizar un cultivo del líquido contenido en las ampollas que confirmará la sospecha de la viriasis.
Como tratamiento se recomienda lavar las ampollas suavemente con agua y un jabón antiséptico (sin frotarlas para evitar la diseminación del virus) y aplicar hielo o bolsitas de té frías para reducir el picor.
A nivel farmacológico se usan antivirales (normalmente aciclovir o valaciclovir) en forma de pomadas, comprimidos, colirios, etc., que deben ser prescritos por el médico y aplicarse desde el momento en que se notan los primeros síntomas. Para reducir el dolor se usan analgésicos como el paracetamol o metamizol. Para tratar la fiebre, en su caso, antitérmicos.
Es conveniente utilizar parches finos transparentes para proteger la zona evitando su irritación, reducir el contagio, minimizar el picor y favorecer la cicatrización. Están a la venta en las farmacias.
La prevención del contagio y transmisión a otras zonas del cuerpo pasa por:
Son infrecuentes. Se relacionan con la expansión del virus a otras zonas y la posibilidad de aparición de infecciones bacterianas secundarias a la herpética que deben ser tratadas adecuadamente.
La recurrencia es habitual; aparece varias veces y en la misma zona a lo largo de su vida, pues el virus se queda en estado latente en el organismo. Muchos lo asocian con momentos de nerviosismo, cuando hace frío o un calor excesivo, si se padecen otras enfermedades virales (como la gripe) que debilitan el sistema inmunitario, en el embarazo, al consumir ciertos alimentos, con algunos tratamientos farmacológicos, la luz excesiva, la fiebre, la menstruación, los traumatismos, etc.