Según informa el Pittsburgh Post-Gazette, el Centro Rockefeller de Neurociencia de la Universidad de Virginia Oeste ha reconvertido un experimento que llevaba realizando desde hacía tres años, y que implica el uso de anillos inteligentes para detectar la gripe, en un experimento para detectar la presencia de COVID-19 en el ...
Según informa el Pittsburgh Post-Gazette, el Centro Rockefeller de Neurociencia de la Universidad de Virginia Oeste ha reconvertido un experimento que llevaba realizando desde hacía tres años, y que implica el uso de anillos inteligentes para detectar la gripe, en un experimento para detectar la presencia de COVID-19 en el cuerpo, incluso antes de que se constaten los primeros síntomas.
La base de la gripe común y la COVID-19 es muy similar: ambas enfermedades son provocadas por un coronavirus, con ligeras diferencias entre ambos que hacen más mortífero al que provoca la segunda dolencia, para la cual no disponemos todavía de vacuna, y que nos ha llevado a la presente situación de pandemia mundial.
El anillo utilizado en el experimento es el de Oura del cual ya hemos hablado con anterioridad, y que dispone de diversos sensores para captar varias constantes vitales.
Este dispositivo se conecta a una app instalada en el smartphone de quien lo lleva, de forma que recoge las lecturas proporcionadas por los sensores del anillo, y aporta la parte de `inteligencia´ en su análisis.
Para afinar el diagnóstico de la COVID-19 entre quienes lo llevan, solamente ha sido necesario retocar un poco el algoritmo sobre el original para la gripe, gracias a la similitud antes comentada entre ambas enfermedades.
La prueba piloto de este sistema se ha desarrollado a lo largo del mes de marzo entre 200 trabajadores de la sanidad que se encuentran en primera línea en el combate a la enfermedad, permitiendo detectar la infección con hasta un día entero de margen antes de que se presenten los primeros síntomas.
Esta prueba piloto se ha ido extendiendo posteriormente a hasta 10.000 trabajadores del sector sanitario repartidos en varios puntos de la geografía estadounidense, para poder probar la efectividad del sistema. Entre los lugares a los que llega esta prueba, Nueva York (probablemente, la ciudad más afectada de los Estados Unidos), Filadelfia y Florida.
Colateralmente, el uso de esta tecnología implica otras ventajas para la salud, como la detección de enfermedades crónicas no diagnosticadas previamente como son las cardiopatías o la diabetes.
Y el mismo sistema también está siendo utilizado para determinar si las personas con adicciones (por ejemplo, a las drogas), recaen en su patología.