Es posible que hayas escuchado infinidad de veces que llevar una dieta equilibrada y hacer ejercicio regular es lo que te ayudará a mantenerte en forma y perder peso. Pero es que efectivamente llevar un estilo de vida activo y una dieta coherente son la clave para encontrarse bien y no volver a coger peso.

¿Qué es la dieta coherente y cuándo se desarrolló?

La dieta coherente es reciente y empezó a aplicarse en el año 2000 en pacientes con VIH. El objetivo era desarrollar un método saludable para mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Al cabo de un tiempo, esta técnica comenzó a implantarse en adultos y niños, y empezó a adaptarse a ciertas patologías habituales.

En resumen, se trata de una dieta sana y equilibrada basada en la variedad alimenticia. No restringe ningún tipo de alimento, por lo que no genera ansiedad ni el temido efecto rebote. Además, es muy práctica al proponer recetas sencillas y amoldarse por completo a nuestra vida social.

Pautas a seguir en la dieta coherente

Las promesas de las dietas milagro se las lleva el viento. Ciertamente se obtienen resultados visibles en poco tiempo, pero de nada sirve cuando al dejarla recuperamos el peso perdido e incluso corremos el riesgo de aumentarlo. Además, estas dietas resultan perjudiciales para nuestra salud al no ofrecer todos los nutrientes que necesita nuestro organismo.

A la hora de adelgazar debemos buscar un método coherente que sea sano y que contenga hábitos alimentarios tan razonables como estos:

• Hacer 5 comidas al día sin saltarse ninguna. Se ha demostrado que comer cada 3 o 4 horas de forma ligera hace que el metabolismo funcione mejor y se quemen más grasas.
• Equilibrio y variedad en su justa medida. No hay que excederse pero tampoco comer siempre lo mismo. Tan perjudicial es hacer lo primero como lo segundo. Hay que comer pescado y marisco de 3 a 4 veces por semana, y añadir legumbres a nuestra dieta unas 2 veces. Tampoco hay que olvidarse de consumir huevos, frutas y verduras, y completar nuestro plan de alimentación con grasa insaturada procedente de los frutos secos y del aceite de oliva.
• Consumir grasas con moderación. Es preferible optar por carnes blancas y lácteos en su versión light. También conviene eliminar las calorías vacías que proceden de la bollería industrial, el alcohol o las chucherías.
• Modera la ingesta de sal para evitar la retención de líquidos.
• Cada vez que salgas de casa y te toque comer en un restaurante, pide guarniciones saludables en sustitución de las calóricas patatas fritas y no tomes postre.
• Tan importante es escoger los alimentos como la forma de cocinar. A la hora de preparar los alimentos, decántate por la plancha o el horno y olvídate de los empanados, los estofados o los fritos.
• Bebe mucha agua y reduce el consumo de otras bebidas. El café y el té no tienen calorías pero estimulan los niveles de insulina, por lo que limítate a consumirlos durante el desayuno. En cuanto a los refrescos puedes tomarlos, pero limita su ingesta tanto como puedas.