A muchas personas les cuesta conciliar el sueño por múltiples razones, ya sea por la llegada del calor, como consecuencia de la situación actual que vivimos o porque no dejan de pensar en problemas o cuestiones relacionadas con el trabajo.

Cuando no dormimos bien, nos sentimos fatigados y nos cuesta hacer más las cosas. A pesar de estas consecuencias, no le damos demasiada importancia al hecho de descansar o dormir bien y seguimos con nuestra rutina sin adoptar hábitos de vida más saludables. Sin embargo, la falta de sueño tiene efectos secundarios, algo que deberíamos tener en cuenta. Y es que es posible desarrollar con el tiempo ciertos problemas psicológicos, inmunológicos o metabólicos.

¿Por qué es tan importante tener un sueño reparador?

El sueño es reparador y ejerce un papel importante en nuestra salud. La calidad del descanso nocturno es clave para mejorar nuestra vida, pues dormir tantas horas como sea preciso potencia el sistema inmunológico y nos hace ser más felices.

Durante la noche tiene lugar algo importante. Nuestro cuerpo tienden a regenerarse, salvo que no descansemos adecuadamente, en cuyo caso aumentará el riesgo de padecer algunas enfermedades. Por esa razón debemos intentar relajarnos y evitar todo aquello que resulte estresante, además de las cenas abundantes.

Según algunos estudios del sueño, los adultos que tienen menos de 65 años deben dormir entre 7 y 9 horas al día para prevenir algunas dolencias y rendir en sus quehaceres diarios. De hecho, en el caso de los hombres se ha demostrado que dormir unas seis horas diarias reduce el riesgo de contraer cáncer de próstata aproximadamente en un 30%.

Consejos para obtener un sueño de calidad

Para conciliar el sueño y hacer que sea reparador, sin que cualquier interrupción pueda desvelarnos durante la noche, basta con seguir unos hábitos rutinarios sencillos:

• No tomar alcohol ni bebidas estimulantes como café antes de irnos a dormir. Del mismo modo, no comer nada dos o tres horas antes de irnos a la cama. La razón de ello es que debemos dar tiempo a nuestro cuerpo para realizar la digestión antes de acostarnos.
• Evitar mirar pantallas luminosas procedentes de tabletas, televisores, ordenadores o móviles, al menos una hora antes de irte a dormir.
• Levantarse en cuanto suena la alarma. Solemos hacernos los remolones en la cama y alargar ese momento a primera hora de la mañana. Sin embargo, lo único que hacemos con esta práctica poco saludable es cansarnos más, pues el cerebro aún seguirá en su ciclo de sueño.
• Realizar deporte antes de las 19 horas para no activar al organismo justo antes de irte a dormir.
• La siesta es recomendable al reducir la tensión arterial, mejorar la concentración y prevenir cardiopatías. Además, es un buen momento para recuperar lo que no has dormido durante la noche. Ahora bien, debes dormir entre las 13 y las 17 horas, no sobrepasar los 30 minutos y hacerlo en un espacio cómodo y apacible.

Estas recomendaciones te ayudarán a seguir una rutina de sueño propicia para mejorar tu bienestar a corto plazo, aunque los beneficios de dormir bien los verás más adelante.