El pescado es realmente beneficioso para la salud y no puede faltar en nuestra dieta. Ahora bien, debemos diferenciar entre el pescado azul y el pescado blanco, y es que este último destaca por su bajo contenido en grasa, entre un 0,1 y un 2% frente al 6 y 12% del pescado azul.

El pescado blanco, también llamado pescado magro, no necesita emplear tanta energía para desarrollarse. Este tipo de peces se mueven menos que los azules, que se caracterizan por hacer largos recorridos, de ahí que acumulen mayor contenido de grasa.

¿Cómo distinguir el pescado blanco del azul?

A simple vista es fácil reconocer esta diferencia tan esencial, pues el blanco presenta un color más suave frente a la carne oscura del pescado azul, como es el caso de la sardina, la caballa o el atún. Además, la cola del pescado azul termina en punta mientras que la del blanco es recta o presenta una forma en abanico.

Entre unos ejemplares u otros existe otro tipo de pescado, el semigraso o híbrido, cuyo porcentaje de grasa está en torno al 2 y el 5%. No obstante, dado que comparte más semejanzas con el pescado azul, se considera que forma parte de este grupo. Hablamos del salmonete, el besugo, la lubina o la dorada.

¿Cuáles son las principales características del pescado blanco?

El pescado azul también está recomendado al ofrecer más ácidos grasos insaturados (grasas buenas) que el pescado blanco. Dentro de estos ácidos beneficiosos para nuestra salud se encuentra el omega 3, una serie de grasas esenciales que solo encontramos en este tipo de alimento.

El pescado blanco también aporta omega 3, solo que en menor medida, pero en su lugar también posee una cantidad elevada de minerales y proteínas en forma de potasio, sodio, vitamina B y D, calcio y fósforo. De esa forma, es conveniente incluirlo en nuestras recetas cada semana, más aún si padecemos osteoporosis o problemas renales.

Es un alimento muy recomendable para las personas con colesterol por su bajo contenido en grasa. Asimismo, ayuda al desarrollo de los más pequeños, potenciando su crecimiento.

También es un aliado contra las enfermedades cardiovasculares, el hipotiroidismo (afección de la glándula tiroides), ciertas patologías degenerativas y el cáncer. Asimismo, es perfecto para adelgazar porque no engorda al mismo tiempo que sacia. También es ideal para las personas que padecen problemas digestivos al digerirse fácilmente.

Precauciones

A pesar de sus múltiples ventajas, también tenemos que hablar de sus contras. En primer lugar, el pescado blanco contiene cierta cantidad de mercurio, algo que puede variar de un pescado a otro. Se trata de un componente tóxico que puede causar daños en nuestro organismo si lo consumimos en exceso.

El anisakis es otro de los riesgos que conlleva el consumo de pescado blanco, aunque este parásito peligroso puede encontrarse en cualquier tipo de pescado. El anisakis aparece cuando no congelamos el pescado o no se cocina bien, y su ingesta conlleva problemas gastrointestinales y algunas alergias.

De cualquier forma, es algo que tiene fácil solución. En primer lugar, pide a tu pescadero que limpie el pescado sin incluir vísceras y elimina el parásito empleando las preparaciones habituales, esto es, a la plancha, frito, cocido u horneado.

Sea como sea, desde aquí te aconsejamos que, además de incluir pescado blanco en tu dieta habitual, lo alternes con otros tipos para que tu organismo obtenga todos los nutrientes que necesita para funcionar a la perfección.