No hay dos parejas iguales Cada una es diferente, por lo que hablar de relaciones de pareja es complicado. No es posible realizar las habituales generalizaciones aplicables a otras situaciones personales en las que los implicados se mantienen conectados por emociones distintas. En las parejas se entremezclan los sentimientos y deseos ...
Cada una es diferente, por lo que hablar de relaciones de pareja es complicado. No es posible realizar las habituales generalizaciones aplicables a otras situaciones personales en las que los implicados se mantienen conectados por emociones distintas. En las parejas se entremezclan los sentimientos y deseos de dos personas diferentes que deciden compartir su vida de una manera u otra.
Cuando nos toca vivir una situación como la que estamos atravesando se genera una mayor diversidad. Durante el confinamiento se habrán generado nuevas relaciones o no habrán podido iniciarse por la coincidencia temporal o se habrán mantenido a través de la conexión virtual. Si esa es la situación, la desescalada habrá provocado muchas sorpresas cuando las personas implicadas puedan verse de nuevo o lo hagan por primera vez.
En el extremo opuesto se encuentran quienes han tenido que adaptarse a pasar todo el día con su pareja porque el confinamiento así lo ha determinado. Esta situación se ha prorrogado con la nueva normalidad y las restricciones sociales a las que nos hemos visto sometidos. A todo ello se une el anómalo verano que nos ha tocado vivir. Y ha llegado septiembre.
La vivencia positiva o negativa va a depender de muchos factores pero, especialmente, de la relación previa que mantuviesen. Si era buena, lo más probable es que, a pesar de las pequeñas rencillas, la relación se haya visto fortalecida. En caso contrario, si era mala o irrelevante o indiferente, lo esperable es que se haya complicado y los niveles de ansiedad generados provoquen una cascada de rupturas.
No es posible obligar a nadie a mantener una relación no deseada pero, antes de tomar una decisión, resultaría adecuado analizar lo que está sucediendo. Es posible que el estrés de esta etapa pueda aumentar los problemas previos y que tu estado de ánimo no te permita racionalizarlo.
Al empezar a reducirse las condiciones de confinamiento, han podido destaparse potentes emociones ocultas y contenidas durante esas anómalas semanas. La adaptación a la nueva normalidad habrá generado discusiones y el verano las puede haber exacerbado. La llegada de septiembre y la incertidumbre a todos los niveles pueden abocarte a desear romper con todo, pensando que es la mejor opción.
Para facilitarte la decisión de continuar o romper tu relación resulta adecuado buscar ayuda profesional si tu deseo es analizar la situación real que estás viviendo y no caer en la precipitación. Existen numerosas opciones (como las terapias de pareja) que funcionan bien y ayudan a clarificar lo que sucede.
Independientemente de ello, las relaciones de pareja deben ser siempre positivas. No te conformes con ninguna otra opción. Tomar una decisión radical es doloroso, pero mantener una actitud pasiva tampoco genera ningún beneficio. Analízalo con tranquilidad y consulta a los expertos.