Los expertos consideran que la celiaquía no diagnosticada y tratada adecuadamente puede afectar a la fertilidad, pues altera la producción de hormonas implicadas en el proceso de la concepción (tanto en hombres como en mujeres).

Numerosos estudios científicos revelan la relación entre los casos de infertilidad de causa inexplicada y la enfermedad celíaca. Además, se ha comprobado que se presenta entre las embarazadas un mayor riesgo de aborto espontáneo, parto prematuro y menor crecimiento del bebé si la situación no está controlada. Esto preocupa a quienes padecen este trastorno y les genera mucha ansiedad a la hora de concebir a su hijo por temor a no lograrlo o a que se presenten problemas durante la gestación. Consulta a tu médico todas tus dudas.

La celiaquía puede ser detectada haciendo pruebas analíticas (que incluyan los marcadores serológicos) y una biopsia de intestino, por ejemplo, en la que se confirmaría la incapacidad del paciente de digerir gliadina (proteína presente en el gluten del trigo, la cebada, la avena y el centeno). El sistema inmunitario del paciente reacciona contra ella y provoca inflamación y atrofia de las microvellosidades intestinales y problemas a nivel de la absorción de nutrientes. Esta situación provoca anemia, cansancio, osteoporosis, irritabilidad, etc. y puede afectar a la concepción por sus efectos a nivel hormonal.

Las medidas dietéticas de restricción de gluten (eliminarlo completamente de la dieta) favorecen el embarazo según señalan los estudios realizados. Los que se consideran celíacos potenciales también deberían eliminar el gluten para evitar la atrofia de las microvellosidades intestinales y complicar su estado de salud. Se recomienda consumir fruta, verdura, carne, pescado, hortalizas y cereales sin gluten para mantener los niveles adecuados de todos los compuestos fundamentales (vitaminas, minerales, proteínas, etc.) necesarios para el organismo.

También es importante que, si estás embarazada y eres celíaca, controles especialmente tu dieta porque las carencias nutricionales que sufras pueden afectar al normal desarrollo de tu bebé. La solución es sencilla. Simplemente debes seguir una dieta adecuada en la que excluyas totalmente el gluten (cuidado con los alimentos elaborados y los medicamentos que pueden contenerlo), mantener un aporte adecuado de hierro (para evitar la anemia ferropénica), consumir hidratos de carbono (arroz, legumbres, quinoa, etc.) para obtener energía para realizar la actividad diaria, incluir proteínas (carne, pescado, etc.), controlar el aporte de calcio (leche, yogures, queso, sardinillas, etc.).

Consulta a tu médico y sigue sus pautas. Suelen recomendarse suplementos alimenticios con hierro, folatos, yodo y calcio (incluso antes y después del embarazo) pero no debes consumir ningún preparado que él no te haya pautado. Tampoco recurras a "productos naturales" porque también tienen efectos secundarios indeseables especialmente en esta etapa de tu vida.