Definir emoción no resulta fácil pero podemos pensar en ella como un sentimiento muy intenso producido por causas distintas y la alteración en el ánimo que dicho sentimiento nos provoca. Los expertos hablan de la existencia de diversas emociones, refiriéndose a ellas como adaptativas (como el amor, el placer, el dolor, ...
Definir emoción no resulta fácil pero podemos pensar en ella como un sentimiento muy intenso producido por causas distintas y la alteración en el ánimo que dicho sentimiento nos provoca.
Los expertos hablan de la existencia de diversas emociones, refiriéndose a ellas como adaptativas (como el amor, el placer, el dolor, la tristeza, o el malestar) o desadaptativas (la prepotencia o la excesiva confianza en uno mismo, la ira, la desesperanza). Todas son necesarias porque constituyen la manifestación de lo que sentimos.
El problema se plantea cuando nuestras emociones se desbordan y/o se transforman en otras que resultan perjudiciales para nuestra salud. Así:
1¿Enfado o ira?
Sentirse enfadado resulta sano. Nos ayuda a liberar la tensión que genera algo que nos ha dañado. Durante esta etapa nos hemos enfadado por casi todo, pero hemos sabido resolver cada situación sin llegar a sentir una emoción negativa insana como la ira, que implica una alteración importante a nivel emocional y no nos permite controlar nuestras acciones.
2¿Tristeza o depresión?
También nos hemos sentido tristes por numerosos motivos. Los más generalizados se han centrado en la ausencia de la indispensable relación social y el cariño de nuestros seres queridos. Sentirse triste, aunque sea una emoción negativa, es saludable. Es la mejor manera de disfrutar de una alegría posterior o previa. El problema radica en que esa tristeza se enquiste en nosotros y genere la aparición de una depresión de la que resulta difícil escapar.
3¿Decepción o desesperanza?
Muchos se han sentido decepcionados porque su vida se ha parado, de repente, sin previo aviso y no estaban preparados para asumirlo. La decepción es una emoción negativa que también resulta sana. Puede ayudarnos a buscar un nuevo camino. El problema se plantea cuando se convierte en desesperanza porque no somos capaces de encontrar una solución.
4¿Remordimiento o culpa?
El remordimiento resulta muy saludable porque puede ayudarnos a pedir perdón por algo que hemos hecho mal. La dificultad se plantea cuando se convierte en culpa y somos incapaces de salir de ese agujero. Sentir que somos culpables y no podemos resolver lo que tenemos ante nosotros resulta una emoción negativa completamente insana que puede acabar provocando un problema de salud.
5¿Preocupación o ansiedad?
Es muy fácil comprender que una emoción negativa sana como la preocupación pueda transformarse en ansiedad. Hemos estado sometidos a un confinamiento absoluto, lo que, inicialmente, ha provocado en nosotros una preocupación sana. Nos ha permitido cumplir las normas y evitar ser contagiados. Lamentablemente, numerosas personas han sufrido la conversión de la sana preocupación en ansiedad, pues al temor del contagio han añadido la creencia irracional de que todo iba a acabar mal.
Cuando la situación se escapa a tu control, lo mejor es acudir a un especialista para que valore lo que está sucediendo. No dudes en consultar a un psicólogo si percibes que la situación te afecta en exceso.
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