La mayor parte de las madres y padres con bebés en torno a los 4-6 meses se plantean cómo y cuando llegará el momento de introducir la alimentación complementaria a sus hijos. La lactancia, ya sea natural o artificial ofrece garantías y tranquilidad, y llega un momento que genera numerosas dudas y preocupaciones.

Hablaremos hoy del BLW, un método alternativo surgido en Nueva Zelanda, Reino Unido y Canadá que promueve la autosuficiencia en la alimentación del bebé, es decir, que no alimentamos al bebé con cuchara, sino que se alimenta por sí mismo con trozos enteros de alimento, y preferiblemente de la misma comida que come toda la familia.

Habilidades adquiridas

La OMS en 2002 publicó unas recomendaciones acerca de la conveniencia de retrasar la introducción de la alimentación complementaria de los 4 a los 6 meses, especialmente en el caso de la lactancia materna, y en ese momento tanto profesionales como padres y madres comienzan a cuestionarse la necesidad de los triturados, teniendo en cuenta el momento de desarrollo en el que se encuentra el niño.

De este modo, es el propio bebé el que controla y dirige su proceso de alimentación, decide qué va a comer, cuánta cantidad y a qué ritmo. Las ventajas de este sistema son numerosas, en primer lugar, en cuanto a fomentar su autonomía y su autoestima, y además favorecemos la autorregulación del apetito, aprendiendo a distinguir cuándo tiene hambre y cuándo se ha saciado, convirtiéndose en un sujeto activo.

La capacidad de decisión del bebé es fundamental, los padres deciden qué ofrecen al bebé, y ahí está la gran responsabilidad de ofrecer una comida sana, segura, y suficientemente variada, y a partir de ese momento el bebé se convierte en protagonista de su propio proceso de alimentación.

¿Cómo ponerlo en práctica?

El método BLW es muy sencillo, los padres proporcionan trozos de alimentos blandos que los bebés sean capaces de coger con sus manos y llevarse a la boca. Generalmente cortados en forma de palitos gruesos. Se puede empezar con vegetales, tipo zanahoria o brócoli, y no demasiado cocidos porque los aplastarían.

Es fundamental la paciencia, porque al principio jugará más con la comida de lo que logrará llevársela a la boca, y también colocar un plástico o papel de periódico alrededor de la trona, porque casi todo acabará en el suelo, además de espachurrado por toda su cara. Pero eso sí, no hay que intervenir, el niño o niña está experimentando texturas, olores, sabores, y eso es un aprendizaje que le servirá en la alimentación futura de manera muy positiva. Hay que darle todo el tiempo del mundo, hasta que no quiera más, y ofrecerle el máximo posible de alimentos saludables, porque en este momento es cuando más receptivo estará a probar cualquier tipo de comida.

Por supuesto, hay que tomar precauciones, igual que cuando le damos de comer con cuchara, acerca del riesgo de atragantamiento, pero si ofrecemos los alimentos adecuados en consistencia, nos aseguramos de que el bebé coma erguido, lo cual a los 6 meses es más fácil, y no ofrecemos comidas de riesgo, como frutos secos, uvas enteras o vegetales demasiado duros, podemos estar tranquilos siempre que coma con nuestra supervisión.

En general, las familias que practica el BLW se muestran felices e incluyen al bebé en las comidas familiares, y además se favorece la preferencia por la comida sana y variada a largo plazo, ¿te atreves a intentarlo?