A veces, para que los niños dejen de tener miedo durante la noche y duerman mejor, les dejamos encendida una pequeña luz nocturna. Este hábito se ha convertido en algo habitual y son muchos los padres que lo han adoptado en su día a día. Ahora bien, ¿hasta qué punto resulta perjudicial la exposición a esta pequeña luz?

Aunque se trata de una luz tenue, a la larga puede ser algo nocivo para nuestros pequeños. Y es que su exposición puede repercutir en la producción de melatonina, la hormona que se encarga de regular el sueño, que únicamente generamos durante la noche.

¿Por qué dormir con luz repercute en su sueño?

La Universidad de Colorado llevó a cabo un estudio con niños de 3 a 5 años, que fueron sometidos a una luz intensa. Durante cinco días, los investigadores estudiaron su comportamiento nocturno y su producción de melatonina. En el sexto día cerraron las persianas de sus casas y emplearon bombillas con menos potencia, y al día siguiente, un poco antes de irse a dormir, se les expuso a una iluminación viva con una mesa de luz.

Los resultados fueron espectaculares. Durante los primeros días, los niños solían acostarse en torno a las 20:30. Sin embargo, el día que pasaron en sus respectivas casas con una luz tenue, la producción de melatonina comenzó a las 19:47 horas. En cuanto al último día, en el que fueron expuestos a una luz intensa, se notó un cambio drástico en su reloj biológico, pues la segregación de melatonina se paró de lleno en la mayor parte de los casos.

Esta hormona es fundamental para obtener un sueño reparador, pero cuanta más luz exista en el cuarto, menos cantidad de melatonina producirá nuestro cuerpo y, por tanto, mayores serán las alteraciones del sueño que sufra el menor.

Aunque los mayores piensen que esa luz es reconfortante y que les servirá para estar tranquilos y dormir a pierna suelta, lo cierto es que causarán el efecto contrario.

Asocian dormir con luz con la miopía

Otro estudio llevado a cabo por el Hospital Infantil de Filadelfia y la Universidad de Pensilvania pudo relacionar problemas de visión como miopía con el hecho de dormir con luz durante sus primeros años de vida.

En este estudio participaron 500 niños, de los cuales más del 30% sufrieron miopía con la adolescencia tras haber sido sometidos a una luz tenue hasta los 2 años. En cuanto a los niños que durmieron sin luz, solo fueron detectados casos de miopía en un 10% de los pequeños.

La luz, por tanto, puede ser un factor desencadenante a la hora de desarrollar esta patología visual, algo lógico si tenemos en cuenta que los 3 primeros años de vida son decisivos en el desarrollo del ojo. De esa forma, la cavidad vítrea puede sufrir una alteración si está expuesta a una luminosidad constante.

Consejos para dormir sin luz

Los pediatras no recomiendan estas luces para dormir porque pueden repercutir en su autoestima y autonomía. Lo más acertado es acostumbrarlos para que se vayan a la cama sin esa luz de apoyo que tanto puede dañarlos. La idea es potenciar la llamada higiene del sueño a través de diferentes hábitos.

Es necesario acostumbrar a los bebés para que duerman a oscuras y en silencio durante la noche. Si nunca le ponemos una luz de apoyo, no podrá acostumbrarse y no lo echará de menos. Durante el día, sí podrá dormir con la luz del día y con los sonidos propios del día a día, de forma que su organismo empiece a distinguir entre un sueño y otro.

Si, por el contrario, el niño se ha acostumbrado a esta luz de apoyo, será preciso reeducarlo para olvidarse de ella. En el caso de pequeños que padezcan miedos patológicos, es importante consultarlo con el pediatra o un psicólogo especialista para obtener resultados efectivos.

Cuando se acostumbran a dormir con luz más o menos intensa, un primer paso es disminuir la intensidad hasta que llegue un momento en que apenas se distinga luz. Basta con instalar un interruptor o un sistema de programación que permita regular la intensidad para ir bajándola poco a poco. También podemos optar por estar junto a ellos hasta que se duerman o incluso encender una luz tenue en el cuarto de al lado o en el pasillo.

Si el niño es suficientemente mayor, podemos probar con el diálogo y reforzar su actitud con elogios cada vez que consiga dar un paso más. Asimismo, los adultos deberán prestar atención a los libros y películas que el niño lee y ve antes de acostarse, que puedan provocar su dependencia a dormir con luz. De hecho, es bueno fomentar una lectura sana en la que los personajes superen diferentes miedos. También viene bien estimularles con juegos como hacer figuras con sombras, cuentos proyectados con linternas o buscar objetos en habitaciones casi oscuras.

Ante todo, es preciso comprenderlo y tener paciencia. Durante unos días se sentirá inseguro y le costará adaptarse a la nueva situación. Sin embargo, al final podrá dormir con la luz apagada sin sentir temor ni ansiedad.